Introducción

No es este un trabajo completo ni siquiera bastante amplio sobre ese sentimiento del ser humano, tan generalizado, tan presente y, hasta se podría decir, tan cotidiano, llamado “miedo”. Queremos sencillamente, ofrecer algunas reflexiones o pistas para situar “la realidad miedo” en su justa perspectiva y para saber enfrentarla adecuadamente.

1. Definición de miedo
Ayuda mucho para un recto pensar la precisión de los conceptos y definir qué se entiende por cada palabra.

Recurramos, una vez más, al Diccionario de la Real Academia para iluminar el significado del término “miedo”:

Miedo, del latis metus, es una “una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”, un “recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”.

Al miedo grande o excesivo se le llama “miedo acerval”.

Es interesante notar cómo en el campo del Derecho existe una figura jurídica, denominada “miedo insuperable”, que se tiene muy en cuenta al momento de determinar un juicio de un tribunal.

El miedo insuperable es “el que, anulando las facultades y decisión y raciocinio, impulsa a una persona a cometer un hecho delictivo”. Jurídicamente “es circunstancia eximente”.

Un matrimonio, por ejemplo, al que se accede por miedo, aunque se haya hecho por la Iglesia, es absolutamente nulo.

2. Miedo, temor, pavor
Realidades parecidas al “miedo” están recogidas en las palabras “temor” y “pavor”. El siguiente texto nos ofrece una interesante y luminosa comparación de sus contenidos y matices:

“El miedo es una propiedad del ser humano, como el juicio, como la duda, como la sospecha, como la malicia y así se dice: Si vestidos tuviera el miedo, nadie iría en cueros.

El miedo, considerado como hecho que se prevé, se convierte en temor.

El temor, idealizado por la fantasía, se llama pavor.

Una estancia obscura da miedo; un hombre embozado en ciertos sitios y a ciertas horas inspira temores; un fantasma, un difunto, un camposanto, visitado de noche, infunden pavor.

El miedo es natural; el temor, intelectual; el pavor, imaginativo.

Así vemos que el pavor no se siente nunca, sino tratándose de cosas que están en relación con un suceso extraordinario, como el sueño de Eneas, en que se le presenta la sombra de Héctor con las barbas chorreando sangre. Al contemplar la imagen tremenda de aquella figura, sentimos pavor. Eso demuestra que el pavor es una impresión que se da la mano con el sentimiento de lo maravilloso, cual si perteneciese a la estética particular del arte. El pavor, en su sentido más elevado, participa hasta cierto punto de lo bello y de lo sublime” (Tomado de Roque Barcia, “Sinónimos Castellanos”).

3. El miedo: una enfermedad
Para los sicólogos, el miedo es una enfermedad, que se puede curar. Las siguientes consideraciones las tomamos de los alemanes Klunus D. Heil y Berd Hennonhofer en el prólogo de su libro Vencer el miedo.

“El miedo es una enfermedad. Hay millones de personas que conscientes o inconscientes padecen miedo. Pero el miedo es curable: no sólo con la asistencia de un psiquiatra o de un psicólogo profesional, sino también por auto entrenamiento, mediante la práctica de las modernas técnicas de terapia de comportamiento” o mediante la oración de sanación interior y otras prácticas religiosas, agregaríamos nosotros.

“El miedo se ha convertido en una enfermedad de la época. Millones de hombres padecen miedos. Muchos son conscientes de ello, la mayoría, en cambio, ni se lo confiesan a sí mismos. Viven bajo stress y tensiones que conducen al miedo. Sufren bajo el miedo a exámenes o cambio de oficio, bajo el miedo a su jefe, a enfermedades, a la soledad, al porvenir. El miedo les vuelve inseguros en el contacto con el ambiente. O bien se ven obligados a vivir con una de las muchas fobias más o menos leves o graves, como el miedo a las alturas, el miedo a volar, la agorafobia. Y sus hijos sienten temor ante los animales, ante los extraños, ante la oscuridad, o a la escuela”.

“Hoy en día los miedos irracionales y las fobias se consideran, en la mayoría de los casos, como modos de conducta desajustados, que se han aprendido. La moderna psicología del aprendizaje, la investigación experimental del miedo y la terapia de la conducta han mostrado que una falsa conducta aprendida –como los miedos infundados– puede también ser “desaprendida” de nuevo con ayuda de determinadas técnicas.

De esta manera un entrenamiento de la conducta, enfocado y sistemático, conduce a la liberación de los miedos”.

4. Situaciones de miedo
En la vida real se dan diversas situaciones que inducen al miedo o se mantienen por el miedo. Recordemos estas seis:

a) Las dictaduras crean miedo y se sostienen por el miedo. Más aún es uno de los signos de las dictaduras: donde se tiene miedo a expresarse libremente, hay un sistema dictatorial.

b) En las bandas de delincuentes, como las mafias y otros grupos delictivos organizados se da una situación parecida a las dictaduras: sus miembros entran libremente a ellas, pero una vez allí se mantienen por miedo. El que las quiere dejar en un momento dado, no lo puede hacer: se les mete miedo, con amenazas o con la eliminación física.

c) En la democracia actual, muchas autoridades tienen miedo de actuar para aplicar las leyes, temiendo perder votos, caer en la impopularidad o recibir críticas de algunos comunicadores. Miedo causado por el qué dirán. Este tipo de miedo crea dirigentes irresponsables, con graves consecuencias para la paz, la convivencia social y la solución de los problemas.

d) La educación en la familia o en la escuela con frecuencia se apoya en el miedo para transmitir sus contenidos, incluso, en ocasiones, manipulando el nombre de Dios para producir miedo: “Si no haces, Dios te va a castigar”. La educación basada en el miedo enferma a niños y jóvenes y es nefasta: conduce tantas veces a conductas de permisividad sin control alguno, porque los niños y jóvenes actúan inmoralmente y no se ve castigo alguno inmediato. La educación ha de basarse, junto a otros valores, en el amor, el temor (en su significado de respeto, no de miedo), en la confianza, en la libertad y la responsabilidad.

e) Organizaciones religiosas, incluso, motivan sus enseñanzas y la búsqueda de adeptos en el miedo. Es esta una motivación muy frecuente en nuestro tiempo. Frases religiosas, como estas, están basadas en el miedo: “Arrepiéntete, Cristo viene pronto, está a la puerta”; “Si no te arrepientes, te sucederán cosas terribles y te condenarás”; “Ustedes (los que no pertenecen al grupo del predicador) son impíos y se condenarán”.

Las motivaciones religiosas fundamentadas en el miedo presentan a un Dios terrible y castigador y causan muchos daños, incluso difíciles de reparar en aquellos que una vez fueron adeptos de esos grupos y, un día, decidieron dejarlos. No les será fácil descubrir a un Dios Padre de amor, misericordioso, perdonador y respetuoso de la libertad humana.

f)El miedo paraliza, impide actuar: el que tiene miedo a las serpientes, aunque son inofensivas en este país, se asusta y, a veces, hasta se inmoviliza ante una de ellas. Sólo este ejemplo basta para caracterizar otros muchos miedos.

5. El miedo en la Biblia
Como es de esperarse, una realidad tan presente y humana como el miedo, está tratada aquí y allá en el texto bíblico en su cruda realidad: enseñanzas y testimonio de hombres y mujeres, unos que cayeron ante el miedo y otros que lo vencieron. Se encuentran unas 250 citas sobre el miedo en la Biblia. La orientación general de la Biblia es la de una invitación o mandato a “no tener miedo”, a “vencer el miedo”. Esta frase de Jesús puede servir de paradigma y resume la enseñanza bíblica: “No tengan miedo, yo he vencido al mundo” (Juan 16, 33). He aquí otros textos orientadores:

a.En la persecución no tener miedo a los malvados (Mateo 10, 26-28). “No les tengan miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse… y no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; teman más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena”.

b.El Señor está conmigo, ¿a quién temeré? (Salmo 27, 1-3): “Cuando se acercan contra mí los malhechores a devorar mi carne, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y sucumben. Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no teme; aunque estalle una guerra contra mí, estoy seguro en ella”.

c.¿Quién eres tú para temer a un hombre? (Isaías 51, 12-13): “Yo, yo soy tu consolador. Quién eres tú, que tienes miedo del mortal y del hijo del hombre, al heno equiparado. Olvidas a Dios, tu hacedor, el que extendió los cielos y cimentó la tierra; y te estás despavorido todo lo largo del día ante la furia del opresor, en cuanto se aplica a destruir. Pues ¿dónde está esa furia del opresor?”

d.El amor y el miedo (I Carta de Juan 4, 18): “No hay miedo en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el miedo, porque el miedo mira el castigo; quien tiene miedo no ha llegado a la plenitud del amor”.

Conclusión
CERTIFICO el miedo es humano y no viene de Dios y que Éste nos invita a sanarlo y a vencerlo.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los veinte (20) días del mes de junio del año del Señor dos mil veinticuatro (2024).

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