El Ministerio de Cultura anuncia la XXVII Bienal Nacional de Artes Visuales, Santo Domingo 2013. Una noticia que debería provocar alegría entre los artistas dominicanos y residentes en nuestro país. Las bienales siempre son acontecimientos importantes en los países donde se organizan; también son generadoras de interesantes polémicas cuando el jurado anuncia los ganadores.
De los trabajos que se presenten, el jurado debería estar obligado a anunciar un ganador, contrario a la mala práctica de poder declarar “desierta” la premiación en algunas categorías; mala práctica porque en arte no hay desiertos. Si solo se presenta una obra, a esa habrá que darle el premio, aunque sea por el coraje del artista de presentarla para ser juzgada por “expertos” que normalmente nunca han hecho una obra por sí mismos.
En la historia del arte siempre ha habido confrontaciones, a veces llevadas hasta extremos, sobre qué es arte y qué no. Teorías y prodigios argumentales y filosóficos del significado del arte. ¿Qué hace que un dibujo, una pintura o una talla sean una obra de arte?. Los críticos y expertos en arte dirán, para beneficio propio, que lo son cuando la comunidad de expertos la consideran como tal; pero eso se ha demostrado que no es verdad. Las obras que consideramos hoy como hitos artísticos fueron tildadas por los expertos de su tiempo como adefesios o simples impresiones de gentes que no sabían pintar. Los impresionistas son una prueba de ello.
Los privilegios de la vista vienen antes que los del lenguaje hablado. De ahí la fuerza que ha tenido el dibujo y la pintura en la conformación del imaginario colectivo de la humanidad. Pero la apreciación de una obra de arte conlleva el poseer una especie de bagaje cognitivo cultural a los que deben acudir críticos, jurados o el simple espectador a la hora de determinar si una obra en particular satisface o no el criterio de “artisticidad”. Pero, aún así ¿cómo seleccionamos una obra de arte? Creo que no seleccionamos nada, la obra se selecciona sola y nos selecciona a nosotros como potenciales captadores de un mensaje o una emoción artística, independientemente de lo que le pase por la cabeza a cada uno.
Las bienales son importantísimas, así debe ser entendido por los organizadores, por los artistas, que son los verdaderos protagonistas, y por el público a quien va dirigida en última instancia. Luego vendrán los caga-tintas y escribiremos sobre tal o cual aspecto; pero solo el público espectador tendrá la última palabra para que permanezca o no un autor. Lo demás es premiación circunstancial que la mayoría de las veces es intrascendente para la obra y para el arte.