Nos han metido la historia de que el voto universal es la democracia. Lo que hoy llamamos “democracia” es la ilusión del voto. Peor aún: es una trampa. ¿Para qué sirve el voto?, ya que votar no es sinónimo de elegir. Sirve para ratificar a unos señores que han elegido los dos o tres jefes del partido correspondiente, y en la mayoría de los casos solo conocido por ellos. Un elegido que a su vez monta una camarilla de ministros y directores que sólo sabemos sus intenciones cuando ya es demasiado tarde. Y continuamos así, ad nauseam.
Por lo que habría que replantearse la posibilidad de poder elegir realmente. De seguro que muchos dirán que eso es un imposible, que sería un caos. Y lo sería, si queremos mantener las reglas del juego tal y como están, con las únicas opciones de: democracia populista o militarismo popular. Y el populismo no es democrático, es rebaño. Rebaño aderezado con discursos de globalización, libertad de expresión y el “un hombre, un voto”. Pura ilusión.
Si se define la democracia dentro del Derecho Constitucional tendría que ser un sistema republicano y representativo con verdadera división de poderes. ¿Existe división de poderes en la República Dominicana? Aún más, ¿ha habido alguna vez división de poderes en nuestro país? Todos sabemos que no lo hay, ni lo ha habido.
Se confunde libertad de opinión y democracia. Aquí todo el mundo dice lo que le da la gana y se puede hacer oír por muchas vías, sobre todo en estos tiempos de Internet. Pero eso no es democracia; es una parte de la democracia. Si el pueblo habla y habla, pero no se le hace caso es más frustrante, porque se da la apariencia de que tiene algo, la democracia, que no tiene.
No puede haber democracia si antes no hay igualdad. No es lo mismo el candidato de un grupo poderoso con partido político incluido y financiado por el mismo Estado. Las próximas elecciones no parece que serán democráticas. Demasiado amarre, demasiado dinero y cero oposición. Ni siquiera permiten el voto en blanco, el que dice “no me gusta ninguno de los candidatos”. Los políticos se han convertido en uno de los grandes problemas del país.
Los gobiernos resultantes de la charada democrática actual no tienen legitimidad de origen; a pesar del sistema legal que nos imponen. Se han creado gobiernos con datos distorsionados, con leyes ad hoc que no dejan entender qué se vota. De nuevo sale a relucir la educación; sin una educación universal y libre de sectarismos no puede haber ciudadano libre. No puede haber voto en libertad. No puede haber Democracia.