El río Puñal les llevó el rancho que tenían. Y con esto parecería que estamos diciendo que el río es un ladrón y no es verdad.
Ramón y su mujer Rosa se instalaron en la propiedad del río, que es su lecho, empujados por la pobreza. Un día, mal día para el rancho que allí se instaló, el río Puñal hizo y… sobre todo deshizo. Esa es la verdad.
El caso es que Ramón juntó la hojalata, la maderita y el cartón que pudo y con eso armó dizque una casa en una mata de javilla. Allá encaramó a Rosa, a los tres muchachos y se encaramó él mismo.
Teatral ocurrencia que estremeció a nuestra sociedad, muy sensible al dolor ajeno y solidaria siempre con cualquier ser humano en dificultad.
De ahí que la Unidad de Acción Rápida del INVI recibiera la orden de proceder de inmediato -como lo hizo- para evitarle más sufrimiento a Ramón, a Rosa y a sus hijos.
La buena noticia es que la nueva casa fue entregada a la familia Guzmán Hernández y ya están instalados con muebles, camas, estufa y nevera.
Rosa está feliz porque tienen agua y luz. A Ramón le ha encantado tener un baño dentro de la casa.
Nos sentimos contentos por haberle cumplido con cariño a la familia Guzmán Hernández.