Villanueva conversa con elCaribe a propósito del 50 aniversario del Grupo Viamar.Tras las puertas de la oficina de Don Fernando Villanueva padre, se tramaba la fiesta sorpresa de Fernando Eugenio, su hijo mayor. Era su cumpleaños. Al terminar la entrevista, a propósito de los 50 años a los que arriba esta empresa automotriz, le esperaban con güira, globos y un bizcocho con forma de campo de golf. Nos invitan a pasar, pero los afanes nos impiden quedarnos más de lo esperado. Mientras bajo las escaleras me doy cuenta de que, a quienes recién entrevisto, lideran una empresa que ha sido capaz de salir a flote de las peores crisis, precisamente porque han sabido conjugar el trabajo con la unidad y con los valores, sin perder un ingrediente esencial: el valor humano.
Conversar con Fernando, el padre, procreador de cuatro hijos (Fernando Eugenio, Oscar, Sonia y Sarah), con su esposa Sonia Altagracia Sued, es darse cuenta que no hay secretos para el éxito. Lo que sí hay: perseverancia: “Mi costumbre es perseverar; siempre lo ha sido”, empieza a responder cuando le pregunto cómo han sido capaces de superar la inestabilidad económica durante todos estos años. A lo que su hijo, Fernando Eugenio, aclara: “mi padre es el mejor administrador de crisis”.
Viamar, C. por A., nace de la mano de Ramiro Martínez, que la llamó así por la unión del nombre y apellido de su esposa: Vianca Martínez. A Don Fernando no le molesta el nombre y decide mantenerlo cuando adquiere la compañía 10 años después, en el 1973. Aunque su fuerte y por qué no, pasión, es la ganadería, el campo -“crecí entre las patas de las vacas”, recuerda sonriente- la vida lo encauza hacia la venta de automóviles y allí se queda, atrapado por esas cosas que no tienen explicación en ellas mismas, pero que producen una gran satisfacción.
Y vaya que lo ha sido. A pesar de las coyunturas económicas con las que han tenido que lidiar (la prohibición de importación de vehículos de alto cilindraje a finales de los 70s, las crisis financieras del país que les llevó a reducir sus salarios e incluso a prescindir de él), la empresa se ha mantenido. ¡Y de qué manera!. Fernando Eugenio afirma que Viamar tiene un 25% de participación en el mercado. En palabras claras: de 100 vehículos que se venden en el país, 25 salen de este edificio ubicado en la Av. John Fitzgerald Kennedy esquina Máximo Gómez.
Fuerza familiar
No es el típico negocio familiar, en el que sus miembros son solo números. Allí están todos juntos (ya van por la tercera generación) y cada uno juega su rol. Reconocen sus limitaciones y entienden sus diferencias, pero caminan de la mano, sabiendo que más allá del éxito económico, hay un valor que les une, que vale más que todas las flotillas de vehículos que puedan vender.
Fernando observaba a su padre mientras conversaba y en sus ojos se notaba la admiración que le inspiraba. De igual forma, Don Fernando, mientras habla, no deja de hablar de cada uno de ellos y de su esposa. Entre risas reconoce que ahora son ellos, sus hijos, los que llevan las riendas del negocio. Y así, entre palabras, se va descubriendo una unidad familiar y un respeto que son admirables.
Y es eso: los 50 años del Grupo Viamar están cimentados sobre la base más sólida: la que da la familia cuando está unida. Ese ha sido no el secreto, sino la clave para salir a flote cuando los números no cuadraban o las ventas se debilitaban. O simplemente, cuando el horizonte fruncía el ceño, y le arrebataba sin piedad el fruto que con tanto esfuerzo habían cultivado. Sin embargo: “las cosas han sido más fáciles gracias al esfuerzo de la familia y del equipo de empleados. La fortaleza ha sido y sigue siendo, la familia”, reconoce Don Fernando.