En la civilización del espectáculo en la que vivimos la celeridad con que fluyen las noticias es inversamente proporcional a la profundidad del análisis de las mismas, por lo que por lo general la mayoría de la gente asume como verdad los mensajes que recibe sin indagar más allá.
De igual forma la muy alta afición por el morbo, hace que mucha gente pierda total objetividad y satanice o bendiga todo, sin entender que ni todo es blanco ni todo es negro, sino que hay una diversidad de matices.
La corrupción es parte de la naturaleza humana, por eso debemos estar conscientes que mientras haya humanidad esta existirá, así como todos los demás vicios humanos. Por eso debemos estar tan alertas a la misma tomando las debidas medidas preventivas y de control, como lo estamos de la amenaza del cáncer para la vida.
El reciente escándalo sobre los “Panama Papers” es una gran tentación para aquellos que gustan más del morbo que de la verdadera investigación, pues si bien esta filtración desvela actos ilegales, lavados de activos, corrupción, evasión de impuestos, no podemos caer en el error de pensar que todo uso de una sociedad offshore es ilegal o de que la corrupción solo se hace por esta vía, pues sabemos que dependiendo del país de que se trate, y sobre todo del nivel de impunidad reinante en el mismo, la gama será muy variada.
No debemos extraer conclusiones apresuradas sobre las menciones de la República Dominicana en este escándalo, puesto que ni el hecho de no estar mencionado dentro de esas listas es garantía de corrección ni estarlo es sentencia condenatoria.
En nuestro país por los altos niveles de impunidad existentes así como de alta tolerancia a la corrupción, muchas veces los corruptos no utilizan sociedades offshore, pues creando sociedades locales con un menor costo y obligaciones, logran los mismos despropósitos de desviar fondos, lavar activos u ocultar dinero ilícito. Esto quedó más que comprobado con el expediente acusatorio del senador de San Juan de la Maguana, el cual sin embargo fue beneficiado con un complaciente auto de no ha lugar.
Otras veces les basta con poner bienes a nombre de familiares y empleados, que en modo alguno pueden justificar el origen de esos activos, por eso más importante que enfocarse en solo ver corrupción cuando se utiliza una sociedad offshore, es explorar el caso para determinar el origen de los fondos o los activos e intentar descubrir si lo que existe es una defraudación a la ley o se trata de una simple utilización de un esquema ordinario de negocios por razones de separación de responsabilidades, celeridad o cualquier otra.
Pero también es importante tomar conciencia sobre el gran daño que hace la corrupción a los países y lo preocupante que es que muchas personas toleren la misma, por complicidad, conveniencia o temor, para que no solo se reaccione cuando una investigación periodística o filtración destapa una olla de grillos o peor aún, para que no suceda que a pesar de que se destapen los escándalos muchos se hagan los ciegos, sordos y mudos, reaccionando tardíamente solo cuando ven sus bolsillos afectados, como está aconteciendo en Brasil y Venezuela.
Veamos el fondo y no la forma, los papeles de Panamá no son más que otro capítulo de la historia de la sempiterna y dañina corrupción, pero existen muchas otras manifestaciones de la misma, incluso peores, que acontecen todos los días delante de nuestros ojos respecto de las cuales no sucede nada, porque decidimos tapar la olla con sus grillos.