Una vida más saludable

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S iempre que pensamos en adoptar hábitos de vida más saludables, inmediatamente pensamos en comer con menos sal y menos grasa, incluir más vegetales en nuestra dieta y utilizar productos naturales (si fueran orgánicos mucho mejor) para condimentar las comidas; tomar la cantidad de agua recomendada, dormir un promedio de seis a ocho horas diarias y otra cosa que debemos tener en cuenta es no saltar las comidas.

Hacemos un cambio drástico en la lista del supermercado, ahora la preferencia, la ocupan las frutas, las verduras, los vegetales, los cereales integrales, la carme magra o la soya. Visitar el doctor para prevenir cualquier enfermedad y para llevar un control de nuestro estado de salud. Se hace imprescindible dedicar un par de horas a realizar alguna actividad física, caminar, correr, nadar, ¡hasta bailar! Todo con tal de vernos y sentirnos saludables.

Hasta ese punto, creo que la mayoría de las personas que han realizado estos cambios en sus hábitos de vida, coincidirán conmigo en que no hace falta nada más. Sin embargo, sí hace falta algo más.

Algo que viéndolo bien, quizás sea lo más importante. Para tener una verdadera y completa salud, no debemos descuidar la parte espiritual. En tal sentido, entiendo que es nuestra obligación hacernos rodear de personas positivas, abandonar o evitar los ambientes y las personas nocivas para nuestra paz espiritual.

Cuando entendemos que un entorno no es favorable, lo mejor, aunque nos duela, es alejarnos.

Creo firmemente que el alma es la esencia principal del ser humano, si no le damos el trato que merece, si no la protegemos, si no le proporcionamos el bienestar que amerita, aun gozando de una salud física de hierro y de cumplir a cabalidad con los llamados hábitos adecuados para llevar una vida sana. Luciremos tristes, enfermos, cansados, desanimados, carentes de ilusiones y por ende de fortaleza para enfrentar la vida cada día.

Cuando nada nos perturba, cuando recibimos el mismo amor que damos, cuando somos valorados y amados, cuando nos tratan con respeto, nos hablan con toda sinceridad, podemos decir que gozamos de una verdadera salud espiritul.

Una receta infalible para gozar de buena salud emocional, administrarse una alta dosis de personas sinceras, honestas, pero sobre todo, respetuosas de los sentimientos y la dignidad de los demás. l

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