Los resultados de la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos 2015 (conocido como PISA por sus siglas en inglés) estremecieron nueva vez a la opinión pública nacional. Y no es para menos: el promedio obtenido por los y las estudiantes de la República Dominicana fue el más bajo entre todos los países evaluados. La prueba PISA pretende evaluar las habilidades y conocimientos de los y las estudiantes de 15 años, independientemente del grado escolar o del tipo de escuela a la que asistan. Como dijo EDUCA, los resultados eran previsibles. Estos no son más que el reflejo de décadas de negligencia y menosprecio por la educación, traducidas en baja inversión pública, reducidos salarios, y politización y clientelismo. Las responsabilidades recaen especialmente sobre los partidos políticos, y los resultados son una inequívoca condena a por lo menos más de década y media de gestión educativa del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Aunque recientemente el financiamiento público se ha incrementado notablemente, y las políticas educativas parecen estar dando un giro positivo, para el estudiantado evaluado esto debió haber tenido un impacto muy limitado por varias razones. Primero, porque el mayor financiamiento sólo empezó a suceder a partir de 2013. Eso significa que ese estudiantado del sistema público, que seguramente entró en 2005, sufrió los rigores del déficit de financiamiento hasta 2012, esto es, siete de un total de 10 años. Segundo, porque el grueso del incremento del financiamiento ha servido para pagar por nueva infraestructura, la cual es imprescindible, pero cuyos efectos sobre el aprendizaje no son directos. Tercero, porque como es muy bien conocido, los resultados del gasto de hoy en educación no se perciben sino hasta muchos años después, y en la medida en que el gasto y los servicios por los que se paga se sostengan en el tiempo, y se traduzcan en maestros y maestras más capaces, métodos de enseñanza y aprendizaje más efectivos, y entornos más adecuados.
No obstante, sería productivo ir más allá de los titulares y explicar en qué consiste PISA exactamente, y cuáles fueron sus resultados para el país, tanto respecto a todos los países evaluados como a los de la región. Los siguientes puntos revelan los aspectos más destacados.
Primero, PISA no evalúa a los estudiantes de todos los países del mundo, sino a los de 72 países de todos los continentes. 34 de ellos (más de la mitad) pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la cual elabora el estudio, y su mayoría son países de ingreso alto. Esto hace que el grupo con que nos comparamos tenga elevados estándares. Sin embargo, esto tiene una dimensión positiva: demuestra coraje, al tiempo que empezamos a compararnos con los mejores, lo que implica ponernos estándares altos desde el inicio.
De América Latina y el Caribe, destaca que, junto a Trinidad & Tobago, el nuestro es el único país evaluado en el Caribe, y de Centroamérica sólo está Costa Rica. En América del Sur son notables las ausencias de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina. En África, sólo dos países fueron evaluados (Tunisia y Argelia) y ninguno de ellos es del África Subsahariana, la región más pobre del mundo. Medio Oriente también está sub representado, con sólo seis países: Turquía, Israel, Líbano, Jordania, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
Segundo, el estudio se centró en evaluar los conocimientos y las habilidades en ciencias, y en menor medida en lectura y matemáticas. Esto hace que el ámbito de evaluación sea delimitado, y no está dando cuenta de otras importantes áreas de aprendizaje y desarrollo muy importantes. No obstante, ciencias es un área crítica porque tiene importantes implicaciones para desarrollo productivo y para la innovación.
Tercero, en ciencias y matemáticas, los estudiantes del país obtuvieron, en promedio, el resultado más bajo. Pero además, muy por debajo del segundo con peor resultado, con la distancia más elevada entre dos países cualesquiera de los estudiados. En lectura, el resultado fue el quinto más bajo, superando sólo a Líbano, Argelia, Kosovo y Macedonia.
Los países de América Latina que fueron evaluados tampoco mostraron resultados satisfactorios. La mejor posición la ocupó Chile (44) y la peor (después de República Dominicana, con la posición 72) fue Perú (66). Pero el resultado del estudiantado chileno estuvo por debajo de la media de los países de la OCDE, y sólo Perú y Colombia mostraron mejorías notables respecto a la última encuesta.
Cuarto, apenas un 0.1% del total de estudiantes del país mostró un resultado excelente en al menos una de las tres áreas. El promedio de los países de la OCDE fue de 15%. En Perú y México fue de 0.6%, en Costa Rica 0.9%, en Colombia 1.2%, en Brasil de 2.2%, en Chile 3.3%, en Uruguay 3.6%, y en Trinidad 4.2%.
Quinto, el 71% de los y las estudiantes del país tuvieron un rendimiento bajo en las tres asignaturas. Ningún otro país mostró resultados tan precarios. De hecho, en el país fue de 9 puntos porcentuales más elevado que el segundo país con mayor nivel. El promedio de los países de la OCDE fue de sólo 13%. En Perú fue de 47%, en Brasil 44%, en Colombia 38%, en México 34%, en Costa Rica y Trinidad 33%, en Uruguay 31% y en Chile 23%.
Sexto, a pesar de ese pobre desempeño, el porcentaje de estudiantes que tiene expectativas de desarrollar una carrera relacionada con ciencias es sorprendentemente elevado en el país: casi 46%. Es el mayor porcentaje entre todos los países de la región.
En los de la OCDE fue menos de 25%. También la República Dominicana fue uno de los países en los que el estudiantado indicó que disfrutaba más del aprendizaje de ciencias, muy por encima de los de la OCDE y no de los mayores en la región.
Séptimo, el informe corroboró que el país es uno de los que más baja cobertura en educación tiene para chicos y chicas de 15 años de edad, con 68%, aunque hay algunos países de la región con menor cobertura. En los países de la OCDE fue de 98%. Acá la cuestión es que, aunque ha venido declinando, la tasa de deserción en el nivel medio de educación es todavía elevada.
Octavo, el estudio encontró que en el país la probabilidad de que un o una estudiante del 25% más pobre del país logre un desempeño del mejor 25% entre todos los países es casi cero. En los países de la OCDE esa probabilidad fue del 29%. En América Latina y el Caribe, el promedio anduvo cerca del 10%. Esto indica que la capacidad que tiene el sistema educativo de lograr aprendizajes de alta calidad en la población pobre es muy baja, y que, por tanto, el potencial de lograr movilidad social ascendente es reducido.
A pesar de lo devastador, los resultados merecen ser convertidos en fuerza positiva que apunte hacia cuanto debemos mejorar. El objetivo debe ser que, en 2018, cuando la prueba se haga nuevamente, hayamos escalado algunos peldaños. No podemos esperar resultados mágicos porque los déficits son inmensos, pero sí avances que sean estímulos para continuar. De ahora en adelante, no se trata de gastar más, sino de hacerlo bien para capitalizar los recursos en nuestros chicos y nuestras chicas. La clave está en priorizar a los maestros y las maestras y en sus capacidades para facilitar los procesos de enseñanza y aprendizaje.