Las peripecias por las que pasó Timoteo Hernández son recopiladas en el libro “La llamada que salvó mi vida”, con el apoyo de la empresa de telecomunicaciones Viva.Timoteo Hernández está vivo para contarlo, su historia parece sacada de un guión de una película, pero no, es real. La misma, refleja el optimismo, el valor y la fe en Dios de un joven de 33 años de edad que tuvo que sobrevivir en condiciones adversas durante dos días, lo cual narra en “La llamada que salvo mi vida”, compilado y prologado por Freddy Ortiz y publicado con el apoyo de Viva, empresa de telecomunicación por la que Hernández pudo solicitar ayuda.
Todo se remonta al 19 de diciembre del 2011, cuando decide realizar una travesía a La sierra de Martin García, en la provincia Barahona, con el objetivo de explorar la ruta que emprendería para su negocio de pesca, terminando atrapado en un árbol a una altura de más de cien metros. Como únicos cómplices en esta aventura se dejó acompañar de su celular, un viejo machete y de la voluntad de Dios, según cuenta.
Durante el inicio de su aventura todo parecía estar a su favor (así lo narra en el libro), en el que cuenta que recibió la ayuda de varios pescadores que le ofrecieron comida y, en ocasiones “un aventón” lo que afianzó más el optimismo del intrépido explorador, quien no imaginó cómo su vida se vería literalmente “colgada”, pero no de un hilo, más bien de un precipicio.
En el libro, Hernández describe cómo en busca de calmar su sed muerde una fruta, la cual pensó era “ponseré”, fruto que lo intoxicó: “la boca me ardía, la piel de mi rosto cambió a una textura más dura y sentía que estaba hinchado, me interné más en el bosque en busca de agua para calmar aquella sensación, siendo esto el comienzo de todo”, narra.
Luego de reponerse de la alergia, Timoteo emprende camino hacia la montaña (cansado, con el celular dañado y deshidratado) para llegar a la encumbrada punta que se había planteado escalar.
“Cuando me fijo que estoy a más de 80 metros de altura me apoyo en una roca, falseo y me desplomo, quedando atrapado sin poder salir de aquel lugar. Solo quedaba aferrarme al único árbol firme, donde pasé la noche más larga de mi vida”, recuerda.
Un aliento de esperanza
Dicen que en los momentos difíciles es cuando el hombre demuestra todas sus destrezas y capacidades, pero esto debe estar motivado por la esperanza. Y es precisamente la esperanza de salir con vida lo que llevó a Timoteo a hacer lo posible para que su celular volviera a funcionar, pues de lo contrario moriría.
Luego de desarmer y reparar el teclado y lograr marcar varias veces al 911, sin ningún éxito, decide comunicarse a la central de Viva, a las 8:30 a. m. del día siguiente. Para su sorpresa tuvo éxito la llamada. Luego de que el personal confirmó la veracidad del hecho inició la labor de rescate que involucró a la Fuerza Área, Defensa Civil y a la Marina de Guerra.
Mientras el equipo de rescate accedía a la zona, el personal de Viva se mantuvo brindándole apoyo emocional a Timoteo, quien duró más de 18 horas sin ingerir alimentos ni agua, bajo efectos de la intoxicación y la incertidumbre de la situación. A pesar de todo, Hernández nunca perdió su calma, tenacidad y la esperanza de volver a ver a su familia, la cual pudo volver a abrazar por una llamada que salvó su vida.
Una historia de aventura y esperanza
Quienes estén interesados en conocer más detalles sobre la gran aventura que narra Timoteo en “La llamada que salvó mi vida”, obra publicada con el apoyo de la empresa de telecomunicaciones Viva, la pueden adquirir en las instalaciones de la misma, donde se distribuye gratuitamente, como una forma de incentivar la lectura entre los dominicanos; así como también llevar un mensaje de perseverancia, fe y esperanza.