La selección nacional de baloncesto consiguió su primer triunfo en el Campeonato FIBA Américas 2015 y, de momento, ha silenciado una la legión de seguidores que estaba algo disgustada con los aciagos resultados de los dos primeros encuentros de ese evento que rifa dos puestos para los Juegos Olímpicos de Brasil 2016. Siempre he dicho que hay formas y maneras, para todo. Hay maneras de perder, hay formas de ganar.
En baloncesto, un juego de cronómetro, cuando usted permanece un mayor tiempo haciendo las cosas más bien que mal y el resultado es una victoria, entonces usted jugó bien. Si, por el contrario, registra más cosas malas que buenas, entonces, aunque gane, usted jugó mal. Siempre voy a recordar aquella derrota frente a Ucrania en la Copa del Mundo de 2014, no por que fue un revés, sino porque fue un gran revés.
No necesariamente porque el combinado quisqueyano venció al conjunto de Panamá quiere decir que se jugó un gran partido. Para mí no lo fue. A pesar del triunfo, los dominicanos todavía quedan a deber y deberá ser hoy frente al combinado de Uruguay cuando arranquen a despejar las dudas que aún prevalecen, pues entiendo que, pese a haber vencido a los uruguayos el martes, los panameños no dieron ayer un partido que me hiciera pensar de fue un buen examen para los dominicanos.
Sin embargo, hay una realidad que no puedo obviar. Hubo mejoría en varios aspectos fundamentales, especialmente en la manera como manejó Kenny Atkinson su personal. Esta vez Atkinson, que además jugó con 10 hombres, dejó mucho tiempo en cancha a los mismos jugadores y pudo identificar claramente quién se mezcla bien con quién. Ayer, finalmente, se corrió. Hay que recordar que este equipo fue anunciado como una selección veloz, a los fines de compensar la baja estatura que le afecta.
Todavía queda mucho por mejorar. Ese asunto de parecer un equipo de élite en un cuarto y en otro uno del montón debe quedar en el pasado.
Uruguay, insisto, pondrá hoy a decir muchas cosas a República Dominicana. Espero que hable, y que hable fuerte y claro. Todos queremos escuchar ¿No?