Hoy he llegado al artículo # 300, debo confesar que nunca pensé tener una columna semanal, debo agradecer a mis buenos amigos Félix García y Manuel Estrella, propietarios de este importante medio, que se arriesgaron a sugerirme la idea. Al apreciado director Osvaldo Santana, que con su siempre amable sonrisa acepta que constantemente escriba más palabras de las que estoy autorizado.
A mi esposa Calule, que siempre me animó y lee mis artículos con muchas atinadas sugerencias, a mi asistente Ruth Vásquez, que cada semana está pendiente de hacer llegar a tiempo los artículos y que corrige mis faltas de acentos. A Víctor Bautista, siempre presente para ayudarme y hacer interesantes sugerencias. Nunca olvido que este año, con motivo de la cirugía del brazo a que fui sometido, escribió uno de mis artículos para que esa semana no dejara de estar presente en las páginas del diario.
Por último y no menos importante, a los amigos Yocasta Francisco, Héctor Marte y Manuel Frontán, quienes deben trabajar todas las noches para que el periódico salga cada día.
A los que tienen la paciencia de leerme y responder por Twitter o WhatsApp con sugerencias, aprobaciones y rechazos; a todos las gracias más sentidas. Escribir una columna semanal es un enorme compromiso. Siempre he dicho que tanto la pluma como el micrófono se pueden utilizar para crear valores o para hacer todo lo contrario.
Es una enorme responsabilidad, pero más aún, es un reto. No siempre todos estarán de acuerdo con lo que se escribe y aún cuando se hace con la mejor intención de contribuir con los mejores intereses del país, muchas veces se levantan ronchas sin ser la intención de lo escrito en estas páginas.
Las redes sociales se han constituido en un excelente medio de difusión de lo que se escribe en la prensa. Son muchos los estímulos y apoyos; también muchas veces percibimos falta de comprensión de los temas tratados, pero sin duda eso enriquece la democracia.
Hace unos días, un importante suplidor que me visitaba, vio el periódico sobre mi mesa de trabajo y me preguntó que cuánto me pagaban. Respondí que lo hacía sin cobrar, que era una contribución con el periódico y en broma le decía “no sé si seré yo el que deba pagarle al periódico”.
Ya más en serio, le contaba que muchos utilizaban los medios de comunicación, especialmente los radiales y televisivos, para detractar e insultar con muy buenos beneficios, pero que el mundo se encuentra en una situación de crisis de valores, que los que tenemos familia, fe en Jesucristo y deseamos un mundo mejor, debemos contribuir, aún cuando no seamos comprendidos. Pero que de igual manera, como los que siembran mentira esperando que algo quede, los que tratamos la verdad esperamos también que algo quede.
Esta semana, he querido de nuevo tratar el tema del transporte, desde otra óptica. Es la consecuencia del caos del tránsito en muertes, amputaciones e incapacidades.
En un artículo de EFE, nuestro país está entre los primeros lugares de accidentes de tránsito en el mundo. Los accidentes de avión crean enormes noticias, pero olvidamos que es el medio más seguro de transporte. Los accidentes de vehículos ocasionan más de 1.25 millones de muertes al año.
Según la Organización Mundial de la Salud, las medidas tomadas han logrado reducir la tasa de mortalidad muy a pesar del aumento en el número de vehículos.
Para que tengamos una idea de la gravedad en nuestro país, mientras el promedio en países como Brasil, Bolivia, El Salvador, Paraguay y Ecuador son de 21.5 muertes por cada 100,000 habitantes, la tasa global es de 17, la nuestra es de casi 30.
Hace unos días, en un twit que publiqué en mi cuenta, refería que de los más de un millón de pacientes que atiende la Asociación Dominicana de Rehabilitación al año, cerca del 33% son por causas de accidentes de vehículos.
La semana pasada, con motivo de celebrarse el día internacional de la discapacidad, el ministro de Educación convocó a una excelente reunión entre las ONG’s que se dedican a este tema, lo cual será motivo de otro artículo, junto con la importancia del decreto del presidente Medina para el reglamento de aplicación de la ley sobre discapacidad.
Pero en este artículo concentrémonos en el daño que le hace al país, a la competitividad y a la estabilidad de la familia, las muertes fruto del desorden del tránsito en nuestro país.
Es necesario que empecemos a respetar a las autoridades. Son ellas mismas las que con su accionar han hecho que la ciudadanía les pierda el respeto. Está el caso del famoso “Querido” en Puerto Plata, que irrespetó a las autoridades de la AMET y la respuesta fue trasladar a la dotación a otra provincia, en vez de haberlas apoyado en su accionar. El caso de la fiscal estacionada debajo de un letrero de no aparcar, que se burló de las autoridades.
Todo esto, unido a la temeridad de nuestros transportistas. El ejemplo funesto del patanista que ocasionó la muerte de varias personas y meses después lo teníamos en la isleta para bicicletas de la Winston Churchill.
Indudablemente, la permisividad de las autoridades; la ausencia de educación de los conductores; obliga a tomar decisiones urgentes como sociedad. No podemos seguir teniendo más personas con limitaciones físicas como consecuencia de amputaciones, de lesiones cerebrales, de fractura de columnas, que quedan con lesiones permanentes.
Hay que trabajar por un mejor tránsito y menos muertes e incapacitaciones, porque de lo contrario el país no podrá llegar a la meta de los diez millones de turistas e incluso, muchos de nuestros ciudadanos saldrán huyendo fruto del caos. ¡Trabajemos para cambiar! ¡República Dominicana puede!