Con el Domingo de Ramos comienza la Semana Santa, que comprende la profecía del triunfo pascual de Cristo y el anuncio de su Pasión. La entrada del Señor Jesús en Jerusalén, se debe conmemorar con una procesión, en la cual los cristianos celebran dicho acontecimiento, imitando tanto las aclamaciones como los gestos que hicieron los niños hebreos cuando salieron al encuentro del Señor. Los primeros días de la semana muchas parroquias celebran diferentes retiros para acompañar a los fieles en el proceso de reflexión que envuelve este tiempo especial.
En República Dominicana las actividades se centran el Triduo Pascual, desde la celebración de la Santa Cena (Jueves Santo), la Adoración al Santísimo Sacramento, el Sermón de las Siete Palabras y los Viacrucis, finalizando con la fiesta de Resurrección, en la Vigilia Pascual del Sábado Santo.
“A partir de estas fechas, antes, los medios de comunicación radiales y televisivos volcaban su programación a reflexionar, proporcionando a sus seguidores música acorde al tiempo, así como películas alusivas a pasajes bíblicos”, evoca el padre Eulogio Castaño, director general del Colegio San Judas Tadeo de Santo Domingo y sacerdote de la parroquia del mismo nombre, al abordarle sobre las tradiciones durante la Semana Santa.
Nos recuerda, que el Jueves Santo, en cada iglesia, la Misa es única. El Sagrario aparece abierto y vacío. La comunión de este día se hace del pan consagrado en la misma Eucaristía. Se han de consagrar en esta Misa las hostias necesarias para la comunión de los fieles y para que el clero y los fieles puedan comulgar al día siguiente, Viernes Santo, en la celebración de los oficios de la Pasión del Señor.
Dice que el “Gloria” se canta con solemnidad, “por ello, mientras se canta este himno se hacen sonar las campanas, que ya no se vuelven a tocar hasta el “Gloria” de la Vigilia Pascual”.
En esta celebración se realiza “El lavatorio de los pies”. “Según la tradición, se hace el lavatorio en este día a doce hombres previamente designados y representativos de la comunidad. Significa el servicio y el amor del Señor Jesús, que ha venido “no para ser servido, sino para servir” (Mt 20,28). Terminada la Santa Misa, se despoja el altar en el cual se ha celebrado. Se cubre con un velo de color oscuro o morado la Cruz. No se encienden velas o lámparas ante las imágenes de los santos”, continúa su explicación el padre Eulogio.
Sobre el Viernes Santo nos recuerda que es día de penitencia obligatorio para toda la Iglesia y por tanto hay que guardar en este día la abstinencia y el ayuno, y según la oportunidad, también el Sábado Santo hasta la Vigilia Pascual. El ayuno de estos dos días es además penitencial, celebrativo, ritual y contemplativo del misterio de la Cruz.
“En muchos de nuestros hogares se tenía como tradición la ausencia total de música o ruidos que distrajeran la solemnidad del día. Esta intención se prolongaba hasta el atardecer del sábado, que culminaba con la celebración de la Vigilia Pascual. Durante este día muchos creyentes visitan diferentes parroquias donde contemplan los monumentos sepulcrales”, abunda el cura.
Otra de las tradiciones regionales es la de no hacer quehaceres domésticos este día. Éstos, se realizan el día anterior. Las obras de caridad se realizan con más fervor.
“La Iglesia, siguiendo una antiquísima tradición, en este día no celebra la Eucaristía y la Sagrada Comunión sólo se distribuye a los fieles durante la celebración de la Pasión del Señor. Sin embargo, los enfermos que no puedan participar en dicha celebración pueden recibirla a cualquier hora del día. Pero sí una celebración litúrgica de la Muerte del Señor, una celebración de la Palabra que concluye con la adoración de la Cruz y con la comunión eucarística. Es una celebración sencilla, sobria, centrada en la muerte del Señor Jesús. En la misma se realiza la Oración Universal, rogando por las diversas categorías de personas. Con la confianza puesta en el Señor que muere en la Cruz, que es nuestro Mediador y nuestro Sumo y Eterno Sacerdote, pedimos al Padre la salvación para todo el mundo”, subraya el padre Castaño.
El Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y el ayuno su resurrección. Según una antiquísima tradición, esta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la Noche Santa en la que el Señor resucitó.
“La celebración de la Vigilia Pascual debe hacerse durante la noche. Por ello no debe escogerse ni una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo. El domingo la Misa del Día de Pascua se celebra con la máxima solemnidad”, enfatiza.
A lo largo de los años muchas de estas tradiciones se han perdido, fruto del deterioro continuo de los valores religiosos. El ruido constante de los medios de comunicación ha marchitado la solemnidad de estos días y el verdadero sentido del ayuno, y la abstinencia ha caducado con ello. Las procesiones que se realizaban en las calles de muchos pueblos han quedado relegadas en el entorno de las iglesias. “Este tiempo siempre se ha caracterizado por unir las familias en un entorno reflexivo, pero el llamado que realiza el consumo a salir de vacaciones y evadir impide cualquier iniciativa en este sentido,” concluye.