En el Partido Reformista Social Cristiano bien pudiera estarse preparando el escenario para una lucha todos contra todos, de cara a las citas partidarias con fechas ya fijadas y donde habrán de enfrentarse no solamente los dirigentes bisoños y aquellas figuras del parque jurásico que se resisten a la extinción, sino también los que, talvez sin ser bisoños ni dinosaurios, tienen en ese partido la herramienta preferida para la consecución de metas políticas personales y sus subsecuentes beneficios de orden económico. Y viendo las cosas desde las gradas, hay que concluir en que como pinta el panorama, a muchos “compatriotas” les está por llegar su San Martín. Ya lo veremos…
La realidad
Tal pareciera que la gran diferencia que separa a los grupos que pugnan a lo interno del PRSC es el padrón de delegados para las asambleas que se avecinan: la de reforma estatutaria y la de elección de la nueva dirección partidaria. Pero, en realidad no es así. Y, como una paradoja, son menos las cuestiones que separan a las partes que las que les unen, pero no se olvide aquello de que “el amor y el interés se fueron al campo un día y más pudo el interés que el amor que le tenía”. Muchos de los que están más fieramente enfrentados ahora en el reformismo entiendo que sienten igual amor por su partido y la permanencia en el tiempo del legado del presidente Joaquín Balaguer, pero los separa el deseo y las pretensiones de controlar los pasos de la organización en el período que cuenta de aquí hasta la cita cívica en las urnas de 2016, algunos porque subyace en su conciencia la intención de buscar ventajas y/o preeminencia en cualquier proceso eventual de negociaciones y otros, porque su modus operandi es ese, precisamente, el de estar en la mesa de la toma de decisiones, y fuera de allí, se sienten guiñapos, inútiles e incapaces de conseguir canongías y privilegios. Esa es la realidad, aunque le duela a algunos de mis más caros amigos en el reformismo…
