Soy una persona que le debe lo que tiene a dos cosas, primero a la educación familiar que recibí de mis padres y segundo a la educación formal que disfruté desde mis primeros días en el Colegio Santa Teresita de las hermanas Roques hasta mis estudios de maestría en una universidad estadounidense.
Afortunadamente conocí a mi esposa en la universidad, así que también se lo debo a los estudios.
Una vez leí una frase de una educadora, la cual a pesar de mi mala memoria no olvido: “he tocado el futuro al haber educado”. Y es la verdad, nuestro futuro se basa en nuestro conocimiento y este lo recibimos cuando nos educan. No quiero citar los diferentes estudios internacionales que se han realizado donde demuestran los bajos niveles educativos de nuestro país, lo cual, unido a los procesos de globalización, está ampliando la brecha entre nuestras clases sociales y erosionando nuestra cohesión social.
El problema de la educación es que es etérea, sus frutos se cosechan en el largo plazo, algo que no va muy acorde con las prioridades de muchos de nuestros políticos.
Por tales motivos, de todo lo que ha hecho nuestro nuevo presidente en estos pocos días, lo que más destaco es que fue a inaugurar el año escolar en la provincia de donde son sus raíces. La prensa lo resaltó y lo consideró el mejor titular del año. En ocasiones los presupuestos son importantes pero también los son las simbologías y metamensajes.
Recuerdo que mientras negociábamos el Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea, la mayoría de las reuniones se llevaban a cabo en Barbados. Se trata de un país que a pesar de su pequeño tamaño cuenta con un producto interno bruto (PIB) per cápita mucho más alto que el nuestro, con ínfimos niveles de inseguridad, donde se puede caminar a cualquier hora del día y en cualquier parte de la isla. Si bien no conozco la historia económica de Barbados, es un país con escasos recursos naturales, pero con lindas playas y bellas praderas.
En uno de esos días las primeras páginas de sus dos periódicos se dedicaban en su totalidad a describir el inicio del año escolar. Las fotos y las historias que se relataban no incluían al primer ministro, sino más bien a una niña orgullosa en su uniforme. El tema no era sobre precios de libros ni sobre el presupuesto en educación, se concentraban en explicar el currículo escolar y los planes que se ejecutarían en dicho año para que todos en la isla estuvieran informados. No se trataba de propaganda del gobierno, era un artículo que salía de la íntima convicción del periodista o de su línea editorial, de manera muy natural. Los protagonistas eran los hijos. Barbados estaba tocando su futuro y con orgullo.