¿Cuán difícil será escribir un artículo y cuánto más hacerlo diariamente?, me preguntan con frecuencia los lectores. Muchos de ellos lo hacen interesados en exponer sus opiniones y llegar por medio de los periódicos a una buena parte de la población. Como la mayoría de los dominicanos piensa o cree que escribir es un oficio demasiado complicado que amerita un entrenamiento especial, se abstiene de verter sus opiniones. De esta manera la opinión pública nacional ha sido orientada y formada al través de los años por un puñado de personas que nos creemos dotados del privilegio de saber escribir y, peor aún, por un reducido grupo de políticos que habla diariamente como si el país no tuviera más ocupación que sentarse a esperar sus peroratas inacabables. Escribir un artículo no tiene nada de difícil. Si se tiene a mano el tema y se hace un esbozo mental del mismo antes de proceder a vaciarlo, la tarea resulta sumamente fácil y agradable. Como cualquier otro oficio, escribir requiere sí de cierto adiestramiento que no es más que la práctica de hacerlo con frecuencia. A medida que se escribe se hace más fácil la labor. De suerte que todo aquel con vocación para exponer las ideas y las tiene, debe decidirse a exponerlas por escrito. Siempre habrá un medio dispuesto a publicarlas.
Si los dominicanos desean definitivamente consolidar la democracia y hacer que sus criterios y protestas tengan peso, tienen que imponer su presencia en los medios. Es la única manera de desplazar las voces de aquellos que por años han estado distorsionando la realidad, mediante opiniones viciadas sobre temas que apenas conocen o han escuchado de él al través de unas cuantas fuentes.
Los líderes nacionales se creen los únicos en capacidad de opinar sobre cuantos asuntos existen. Por eso incurren en gravísimos errores que han conducido tantas veces al país al borde de un precipicio.