En el año 1911 Sun Yat Sen fundó la República China; pero en el año 1949, después de una guerra civil cruenta, los comunistas ocuparon China continental desatando un ataque feroz a los valores chinos y tratando de hacer de China la comuna intransigente que tenía la mente dictatorial de Mao Tse Tung. El gobierno del general Chiang Kai-Shek se trasladó a Taiwán. Desde entonces, China fue dividida y gobernada por dos gobiernos diferentes. Las diferencias de esos dos gobiernos son obvias, en uno prevalece el autoritarismo, el trabajo esclavo y la falta de libertades y un solo partido político; en el otro existe democracia, trabajadores eficientes y bien pagados, y la apertura hacia la comunidad internacional respetando las idiosincrasias de los pueblos.
Taiwán es un clarísimo ejemplo de cómo hacer las cosas para que un país y sus gentes funcionen. Viniendo desde un pasado dificilísimo, un éxodo desde China continental hasta una pequeña isla en el Estrecho de Formosa, al Este de China, han creado una nación modelo. Modelo en educación, industria, comercio, distribución de la riqueza y, calidad de la gente. La historia de la República de China -Taiwán- está ligada estrechamente a la historia del Kuomintang, KMT, el partido que luchó contra emperadores, contra japoneses, y contra comunistas y, sobre todo a favor de su pueblo. Algo raro en un partido político; en Occidente los partidos políticos sólo trabajan para su comité político.
Taiwán ha dado una continuidad a su proceso de desarrollo sin importar quien dirija el gobierno en ese momento. Porque es la gente, los taiwaneses quienes han decidido que su nación debe funcionar. Esa continuidad en mantener los proyectos hasta su terminación ha sido una de las bases del éxito de ese país. Ser un país creíble, confiable, requiere de gente creíble y confiable. Los taiwaneses son gentes en quienes se puede confiar.
El conflicto que ha existido con la China continental ha sido tratado de forma magistral a través del Consenso de 1992, de que hay una sola China, y que cada parte tiene su propia interpretación de lo que esto significa; eso es lo que se llama pragmatismo político genial. Los taiwaneses no tienen nada de tontos y han hecho del “Espíritu del 92” la plataforma perfecta para las relaciones políticas entre Taipéi y Pekín. Taiwán ha cooperado con RD en instalación y equipamiento de centros de capacitación en San Pedro, San Juan, Santiago y la Capital. Donará dos millones de dólares a la policía para motocicletas de patrullaje, tres millones más para ambulancias a hospitales y en Tamboril montarán una fábrica de zapatos que generará empleos directos a unas 12 mil personas.