Algunos sectores nos acusan de ser una sociedad racista. Resulta, pues, interesante realizar un breve análisis comparativo. No hay trato más inhumano que esclavizar a un ser humano. Nuestro país abolió la esclavitud en 1822, bajo la dominación haitiana, mientras que los E.U. lo hicieron en 1865; Puerto Rico, en 1873; Cuba, en 1886; Brasil, en 1888. Debemos destacar que los conservadores dominicanos, incluyendo a Santana, nunca hicieron un esfuerzo por re-establecerla.
De acuerdo al censo del 2010, un 59% de los dominicanos se consideran mulatos. Una realidad que habla muy bien de nuestras relaciones raciales. Resulta difícil encontrar datos de otros países. Los datos demográficos de los Estados Unidos indican que el 1% de su población blanca tiene algún tipo de mezcla.
Caminando por París, retraté la siguiente tarja: “A la memoria del Director, el personal y los alumnos de esta escuela arrestados en el 1943 y 1944 por la policía Vichy y la Gestapo, (para ser) deportados y exterminados en Auschwitz por haber nacido judíos.” Cabe imaginar la herida que significó para esa y otras comunidades educativas semejante experiencia, que revela la complicada relación histórica de Occidente con la comunidad Judía. Sin embargo, nuestro país dio la bienvenida a miembros de esa comunidad, cuando pocos países los acogían. La relación de los dominicanos, incluyendo los descendientes de raíces palestinas y libanesas, con la comunidad judía es un ejemplo de tolerancia.
Nuestro país nunca promulgó leyes discriminatorias contra ninguna minoría, ni se aplicaron normas para limitar el acceso por razones raciales al transporte público, escuelas, restaurantes, etc. Nada mas contrario a nuestras tradiciones de convivencia.
En algunos países europeos y los Estados Unidos la palabra negro es peyorativa, y su uso viola las reglas de la civilidad, por lo que utilizan las expresiones “black,” “African American.” En nuestro país la palabra negro o negrito(a) puede ser una expresión de afecto y amistad, lo que habla muy bien de nuestras relaciones raciales. Cabe señalar la excelente integración de los esclavos libertos llegados de Estados Unidos, quienes han enriquecido la cultura dominicana.
Sin embargo, las críticas al racismo de los dominicanos se refieren a nuestra relación con los haitianos, aunque pasan por alto que una creciente parte de nuestros gastos de educación y salud pública están dedicados a servir a haitianos residentes y que viajan para recibirlos sin costo. Segundo, los menores salarios recibidos por los inmigrantes tienen su causa en la pobreza, la que traen y la que crean. Dicho esto, la matanza de haitianos perpetrada por Trujillo y el odio promovido para justificarla manchó una tradición racial envidiable, además de demostrar que semejante barbarie no resolvió nada. Finalmente, las acusaciones de racismo deben llevarnos a enfrentar una inmigración desbordada, que empobrece al pueblo dominicano, que además es acusado de racista. ¡ Somos perdedores por partida doble!