Siempre habrá una brecha entre la opinión social hacia el artista y el artista. Y es lógico, los artistas son y tienen que ser distintos porque el arte da una forma de ver la sociedad y a uno mismo que no es lo común, no es la forma en que la mayoría ve las cosas. Poeta, músico, pintor, escultor, arquitecto o bailarín son personajes distintos y se les nota cuando lo son en verdad y no sólo es pose. Algunos consejos sacados de aquí y de allá se podrían sacar para que les sean de ayuda:
Pasar tiempo pensando y garabateando lo que realmente espera obtener de la crítica, y sobre todo de uno mismo. La introspección personal es útil, por eso los artistas necesitan tiempo a solas, consigo mismos y con sus instrumentos. Les da una cercanía, una familiaridad con sus herramientas que las harán más cercanas y menos agresivas a la hora de ponerlas al servicio del trabajo.
Muchísimas veces el artista se trata muy duro. Pone la suma total de sus capacidades en cada obra, hace un esfuerzo brutal como si el mundo se fuera a acabar después de esa “obra maestra” que está haciendo. Pero generalmente no es así, tanto esfuerzo pensando que destronará a Beethoven o a Picasso con esa obra no es más que un paso a la frustración. La gran mayoría de las obras de arte que hoy son consideradas picos en su área fueron despreciadas y muchas veces los mismos artistas las tenían en rincones, casi a escondidas porque ellos mismos no sabían qué diablos era lo que le había salido ahí, aunque presentían que era algo bueno; pero no esperaban que al día siguiente de acabarla todos se arrodillarían ante ellos por esa “joya”.
Hay que estar más o menos claro de lo que le gusta a uno de su obra antes de pedir la crítica. Cuanto más conoce qué es lo que le gusta o disgusta mejor preparado se estará para recibir la crítica, para ponerlo en perspectiva y evitar las frustraciones innecesarias y a destiempo en su carrera como artista.
Escuchar lo que se dice; no crea que la gente o el crítico “no entienden mi arte”, muchas veces quien no lo entiende es usted. Y luego pregúntese ¿sería mejor cambiar o me gusta tal y como es? Tener pendiente que no tiene que vivir en un argumento continuo, en hacer el mejor “arte conceptual” para ganar el crítico a su lado. Mientras más argumentos intelectuales da un artista de su obra, menos se ve la obra. Camuflaje conceptual en vez de trabajo bueno es normal en estos tiempos.