El Dr. Héctor Mateo dejó escritas unas interesantes notas sobre este hospital: “Situado en una posición estratégica para ser considerado como un hospital regional, era el hospital mejor equipado en la década del 1940, y tenía un staff médico de reconocida calidad en las distintas especialidades. Acudían pacientes, no solamente de la región suroeste, sino también de la ciudad Capital e incluso de la región Norte y del Este. El primer director médico fue el Dr. Rafael Sorrentino, de ascendencia italiana, y a la salida de éste en 1951, para viajar a los Estados Unidos a ampliar sus estudios en cirugía, ocupó la dirección el Dr. Ulises Cruz Ayala.
En 1953 desempeñó esa función, por un corto periodo, el Dr. Nelson Struch, quien luego fue sustituido por el Dr. Julio César García Francisco, meritorio profesional oriundo de San Cristóbal. Cuando yo entré al hospital, el director era el Dr. Sorrentino, pero yo salí en 1951 para los EE.UU. a realizar estudios de post grado en Cardiología en la Universidad de Minnesota. Al concluir mis estudios de postgrado en Cardiología era director médico el Dr. Struch, quien me pidió que aceptara el nombramiento como Jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Pina en 1954. Este servicio había sido creado mediante decreto y su dirección fue confiada al Dr. Agha Emmam Zadé, cardiólogo de la Universidad de París, quien había emigrado a República Dominicana después de la Segunda Guerra Mundial. El Hospital Juan Pablo Pina, instalado en un edificio de 2 plantas, especialmente construido para esos fines, tenía ascensores y podía acomodar unas 300 camas. El servicio de enfermeras y parte de la administración estaban a cargo de las monjitas de la Orden de las Dominicas. Esto garantizaba honradez en el manejo de los recursos y preservación de la moral en la institución”.
“Contaba con prestigiosos médicos, entre ellos: el Dr. Francisco Hernández Álvarez (cirujano), el Dr. Abel González M. (urólogo), el Dr. Félix O. Goico (cirujano), el Dr. Milton Bello (anestesiólogo), el Dr. Pablo Iñíguez P. (gastroenterólogo), el Dr. Ortori Vitorio (neumólogo). Además, el Dr. Eduardo Álvarez Perelló, cirujano especializado en EE. UU. También formaban parte del staff médico el Dr. Paquito Read Medina, gineco-obstetra; el Dr. Arístides Trifilio Estévez (urólogo), el Dr. Frank Manuel Miniño (urólogo), el Dr. Rafael Mendoza (internista), médico venezolano que vivía aquí en el exilio durante la dictadura de Pérez Jiménez en Venezuela; el Dr. Pedro Shefferd (pediatra), el Dr. Julio César García Francisco (cirujano), el Dr. Domingo Ovalle (cirujano), el Dr. Arnaldo Espaillat (oftalmólogo), el Dr. Martín Ellis (otorrinolaringólogo), el Dr. Rafael Quezada E. (internista), actualmente retirado en EE.UU; el Dr. Héctor E. Mateo M. (cardiólogo), el Dr. Rafael Mañón (radiólogo), el Dr. Rafael Quirino Despradel, nuestro compañero de promoción, como lo fueron el Dr. Miniño, el Dr. Trifilio y el Dr. Quezada. El Dr. Despradel era un capacitado y diestro cirujano que tenía también a su cargo el servicio de traumatología. Era un trabajador eficiente e infatigable, dispuesto a atender a cualquier emergencia. Todos sus compañeros le teníamos confianza y aprecio. El Dr. Francisco Díaz Sosa hacia cirugía oftalmológica y también de otorrinolaringología, y dentro del colectivo médico figuraba también el Dr. Manuel Penso (ginecólogo). Por este hospital pasaron muchos estudiantes de medicina que luego se destacaron como el Dr. Ney Arias, el Dr. Vinicio Calventi, el Dr. Lajara Persa, el Dr. Héctor Hernán Cabral (anestesiólogo) y otros.”
Muy interesante estos datos que fueron publicados en el libro del periodista José Pimentel Muñoz sobre el Dr. Mateo. Debemos resaltar que el Dr. Francisco Díaz Sosa, inició en ese hospital, la formación de oftalmólogos en nuestro país.