Sobre guerras y nuevos tiempos

Parecería que las guerras y sus muertes estarían a punto de desaparecer. Eso si damos crédito a las supuestas declaraciones de Rockefeller de que “estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las…

Parecería que las guerras y sus muertes estarían a punto de desaparecer. Eso si damos crédito a las supuestas declaraciones de Rockefeller de que “estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial”. Y que “de lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una élite de técnicos y de financieros mundiales”. Hasta hoy los técnicos y burócratas han parecido inofensivos, aunque hay que dudarlo, es la especie humana quien parece arrastrar con el problema.

Las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki marcaron la tónica del “nuevo orden” justo después de casi terminar la segunda guerra mundial, y ese nuevo orden ha sido el del terror, el miedo y el posible advenimiento de mártires nucleares. La Pax americana nunca llegó a ser ni siquiera un reflejo de la Pax romana y sus mil años. Después de la segunda guerra mundial, que nos perpetró Alemania, la guerra focalizada ha sido el modelo seguido por Rusia, Estados Unidos y China. Y todas esas guerritas han sido tan malas como las guerras generalizadas. De hecho, esas guerras han tenido la virtud de no matar a quienes se lo merecían; a aquellos que las provocaron, ya fuese por ideología o por negocio, esos siguen dirigiendo países, ministerios, multinacionales, o peor aún, son íconos que aparecen en camisetas de jóvenes y no tan jóvenes.

Pero las noticias sobre muertes en nuestros tiempos han sido una constante que a veces confunde. No sabemos si pensar en que las estadísticas tienen que andar mal o son mal intencionadas. Por ejemplo, dicen las estadísticas que la actividad del sistema sanitario en Estados Unidos es la tercera causa de muerte en ese país; sí, aunque parezca extraño, pero en USA el sistema de salud causa 225,000 muertes anuales por motivos diversos; eso es más que cualquier guerra focalizada. La guerra siempre ha sido parte de “la identidad nacional” de casi todos los países, en especial los imperios. Como ejemplo podemos ver en Washington DC, al lado del Monumento a Lincoln, un impresionante edificio con una estatua en mármol blanco de seis metros, cerca de la orilla del Potomac y del Arlington Memorial, el monumento a la Guerra de Vietnam y a la Guerra de Corea; monumentos al ganador de una guerra, y a guerras en las antípodas.

Desgraciadamente, ya fuera por el rapto de una mujer, guerra de Troya, por salvar los lugares sagrados, o por salvar la economía y nuevo orden mundial, lo cierto es que estamos destinados a matarnos unos contra otros.

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