La computadora, como una especie de exo-cerebro, con sus capacidades de almacenamiento y procesamiento de información e imágenes, parece convertirse en lo esencial para la comunicación y la expresión. El largo proceso evolutivo del humano parece haber llegado a donde iba a llegar; y la evolución del cerebro se ha salido de sus cauces naturales y se ha instalado en “hardwares” y “softwares” que evolucionan cada dos meses, en lugar de cada dos siglos como estábamos más o menos acostumbrados con nuestro viejo instrumento intracraneal.
Dejarse llevar por esta corriente conlleva el peligro de dejar de pensar, olvidar escribir y olvidar cómo dibujar el entorno, el mundo. ¿Cómo reaccionar? Volviendo a lo básico, al pasado, para no perder el futuro. Volver a escribir a mano lo más que se pueda; volver a dibujar a mano alzada.
El dibujo es tan importante como el desarrollo de habilidades escritas y verbales. De hecho, es muy probable que el dibujo se haya desarrollado mejor antes que el lenguaje verbal organizado. El escribir es una forma del dibujo. Todo aquel que pueda escribir su nombre es capaz de dibujar medianamente bien, aunque usted no lo crea.
La necesidad de entender el mundo a través de medios visuales parece más urgente que nunca. Las imágenes trascienden las barreras de los idiomas y mejoran las comunicaciones en un mundo cada vez más interconectado, porque globalizado lo es desde su inicio. Todo en el universo es globo o espiral.
Tal vez es hora de evaluar, profundizar y ampliar a fondo la función específica del dibujo y la escritura manual. El dibujo es la llave a los sistemas y principios del lenguaje visual básico, y la escritura manual transmite conceptos; como generadores de cambios profundos en la plasticidad del cerebro. No hay proceso cognitivo trascendente en el ser humano sin esas dos herramientas básicas: Dibujar y escribir. Dibujar y escribir a mano nos ayuda a entender el mundo, a pensar, a sentir, a dar forma y a comunicar ideas. Son divertidos, accesibles y valiosos para la educación y la vida cotidiana.
Cada vez que algo se nos presenta interesante y hermoso, hay un impulso natural a querer capturarlo y preservarlo, lo que significa en ese día y edad en que estamos; como si fuera una huella personal. El coger papel y lápiz, pensarlo, idearlo y plasmarlo lo haría en verdad para siempre en ti. Coger una camarita o un telefonito lo guardarían en un disco duro para ser editado y olvidado. En nuestras cuevas más antiguas nuestros antepasados dibujaron las ideas y sentimientos que todavía no podían decirse. El dibujo transmitía las ideas y sentimientos a plenitud.