El Síndrome de Peter Pan, cuando te quedas atrapado en la infancia

La personalidad no tiene una estructura prefijada e inmóvil, sino que está sometida a constantes cambios, especialmente durante la infancia y la adolescencia, ya que durante estas etapas de la vida se va configurando paulatinamente, hasta que en…

La personalidad no tiene una estructura prefijada e inmóvil, sino que está sometida a constantes cambios, especialmente durante la infancia y la adolescencia, ya que durante estas etapas de la vida se va configurando paulatinamente, hasta que en el adulto adquiere cierta solidez. Pero sucede que muchas personas quedan atrapadas en la infancia por lo que muestran siempre una conducta inmadura e infantil, lo que el psicólogo estadounidense Dan Kiley, definió en los años 80 como el Síndrome de Peter Pan (SSP).

El SPP, es un trastorno psicológico que se manifiesta en las personas adultas mediante un comportamiento infantil o un rechazo frente a toda responsabilidad. En otras palabras, la persona afectada crece con normalidad, su inteligencia se desarrolla, pero su corazón permanece bloqueado en la infancia, como el personaje de ficción Peter Pan, que se encierra en un mundo maravilloso, lejos de los problemas de los mayores.

Ramón Emilio Almánzar, psicólogo clínico, sexólogo y terapeuta familiar del Centro Vida y Familia, sostiene que las personas que padecen este trastorno siempre dependen de la opinión de los demás y consideran que sus padres o familiares deben de estar atentos del cuidado de ellos aunque ya sean adultos. Son personas muy sensibles y lo que comúnmente en nuestro país se denomina “ñoñas”.

El especialista sostiene que este trastorno puede deberse a muchos factores y que habría que hacer una evaluación de la historia de vida y familiar de cada caso, para ver cuáles fueron las variables que influyeron. “Muchas veces son hijos de padres consentidores, apoyadores en exceso, sobreprotectores de manera patológica, lo que promueve un ambiente donde la persona no tiene el espacio para desarrollar sus capacidades de crecimiento personal”, dice.

¿A quién afecta más? Este síndrome, sostiene Almánzar, puede afectar a ambos sexos, pero es más común en el hombre. A menudo se cita al hijo mayor de una familia cuyo padre está ausente, poco presente o se muestra irresponsable. A partir de ahí, si la madre está cansada o deprimida, no tendrá el tiempo ni la fuerza para darle a sus hijos el cariño que necesitan para desarrollarse con normalidad.

Pero todavía es peor si la madre no tiene confianza en ella misma, y si la busca en sus hijos, ya que corre el peligro de absorberlos, de minarlos intentando sacar de ellos la fuerza que le falta. En estos casos, no es la madre quien lleva a sus hijos, sino que son los hijos los que deben llevarla a ella.

Las consecuencias del síndrome
Según el psicólogo Ramón Emilio Almánzar todo dependerá de lo que necesite el ser humano para sobrevivir en cada momento. Dice que existen personas que tienen, por ejemplo, un “colchón económico familiar”, que le permite ser Peter Pan de por vida, sin ningún tipo de consecuencia real. Pero una vez adulto, el individuo traumatizado tendrá dificultad para controlar sus sentimientos. Por ejemplo, un hombre esperará de su compañera una postura de madre y del amor maternal que ello implica.
Paradójicamente, este nuevo sentimiento, dado que no lo ha conocido hasta el momento, puede darle miedo y angustiarle. Se trata, por lo tanto, de un miedo crónico que vivirá cada día la persona afectada. El riesgo de tensión con sus allegados es frecuente, más si no se da cuenta de que está enferma. De la menor observación hace una montaña que hay que superar, lo que pulveriza día a día la poca confianza que tiene en ella misma.

El único momento en que la persona afectada puede sentirse segura y querida se encuentra en su vida sexual. Es un instante tranquilizador, en el que el hombre-niño o la mujer-niña se deja llevar. El riesgo: una vida sexual desproporcionada, incluso incontrolable. Algunas personas incluso pueden llegar a ser infieles, no porque estén insatisfechas con su relación, sino sólo por sentirse todo el tiempo queridas y deseadas. l

Saber
Aunque Peter Pan pudiera vivir en un mundo de fantasía, las personas que lo imitan, no. A nivel emocional , son frecuentes los niveles de ansiedad elevados y de tristeza, pudiendo adoptar estos últimos la forma de depresión cuando no son tratados.
Al mismo tiempo, la persona se siente poco realizada con su vida, ya que el no asumir responsabilidades le hace también no disfrutar de los retos, lo que indudablemente repercute en sus niveles de autoestima.

Cómo salir del síndrome

Curarse cuando se sufre este síndrome necesita un tiempo y, en primer lugar, hay que querer aceptar que se padece un trastorno. No hay que olvidar que, de alguna manera, el corazón ha sido neutralizado desde el día del bloqueo. Por lo tanto, se trata de llevar a cabo una verdadera reeducación.

Para ello, la persona debe proceder en varias etapas entre ellas llegar a comprender que está enferma, conocer sus sentimientos, lo que suprime el bloqueo emocional, la falta de empatía para dejar de tener miedo de los demás y dejar de estar angustiada.

Para esta etapa, se recomienda anotar los sentimientos día a día para volver al contacto consigo misma, así como pensar en una terapia. Hablar con una persona competente en la materia es una buena forma de abrirse y de retomar la confianza en uno mismo. Además, el SPP puede conducir a la persona a deprimirse.

Por lo tanto, es indispensable poder hablar de ello y mantener un seguimiento.  No te lances con prácticas de meditación sin reflexionar sobre ellas, ya que algunas están rotundamente contraindicadas para las personas que sufren el síndrome de Peter Pan. 

 

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