C ada vez que vemos a alguien a quien queremos atravesar por una situación difícil, con ganas de rendirse y dejarlo todo, le decimos que luche, que no se dé por vencido, que siga adelante.
Le hablamos y le aconsejamos que no se rinda, que venza los obstáculos, que quizás puede hacer una pausa en el camino, ver lo que ha hecho, corregir los errores, cambiar la estrategia y regresar al terreno con energías renovadas.
Decimos todo eso con la mejor intención de ayudar, con ganas de contribuir a que las cosas en su vida marchen bien. Algunos no, pero otros olvidan que para encontrar las fuerzas de hacerlo, esa persona debe contar con un incentivo, debe tener razones que le impulsen. Debe contar con personas y afectos que le den el empuje para alcanzar sus objetivos, para vencer el dolor y la tristeza.
Vivir es un reto, algunos lo califican de muchas otras maneras; unos, excesivamente buena, otros, de manera pésima. Me limito a decir que es un reto que se nos presenta cada día, pero también una oportunidad para reinventarnos, para ser mejores y para hacer mejores cosas.
Es difícil ponerlo en práctica, pero si nos concentramos solo en las personas que sabemos que nos aprecian realmente, en las que nos aman y a las que amamos, el resto no nos afectará, porque sería como si no existieran.
Pero vivimos en el mundo y por más que a veces lo intentemos, para salvaguardar nuestra paz espiritual, no podemos vivir de espaldas a la realidad.
Lo importante es tener claro qué es lo que queremos y tratar con nuestros hechos de hacernos merecedores de eso que tanto anhelamos.
Es verdad que las personas muchas veces se equivocan, eligen mal y cambian sin saber oro por cobre, pero en este reto y oportunidad que representa la vida, unas veces se gana, otras se pierde y muchas otras solo se aprende.
Pero cada cosa es una lección que al final si nos disponemos nos dejará un aprendizaje que nos hará más fuertes y resistentes a los golpes y decepciones. Si estamos aquí, que la estadía al menos sea tranquila, si ya entendimos que no todo será felicidad. Es nuestro deber seguir adelante, está prohibido rendirse sin luchar. l