Mariana sólo tiene 14 años, cursa el segundo de bachillerato, aún duerme con peluches y se enfrenta a la única historieta que sus padres no le contaron, ser madre. El padre del niño es partícipe de la misma prematura situación, apenas tiene 15 años y él tampoco “sabía que esto pasaría”.
Sus padres, entre reproches y lágrimas no dejan de preguntarse ¿qué hicimos mal?, ¿Por qué a nosotros?
Como este caso existen muchos y lo peor es que en ese momento nada vale lamentarse o culparse, la solución quedó años atrás. Ninguna de las familias les explicó a sus hijos de qué se trataba el sexo y cuándo o cómo debía suceder.
Entre los difíciles instantes por los que deben pasar los padres está éste, el hablar de sexo con sus hijos, ¿existe o no una edad específica?
De acuerdo con Rosa Esther Lamarche, terapista sexual, la sexualidad está integrada desde el mismo momento del nacimiento.
“Nosotros debemos de tener una actitud abierta sobre este tema para que ellos así logren entenderlo. Si no entendemos nuestra propia sexualidad, no sabremos explicarla”, enfatiza.
Recalca que en nuestra sociedad la sexualidad está muy divorciada de lo que es el sentimiento y que cuando se habla de sexo, sólo se asocia a lo físico. “La mayoría de los padres les hablan a los hijos del ‘no toque’, pero no les hablan de lo que significan los sentimientos de ese toque”, reprende.
No hay una edad específica para hablar con los hijos de este “tema tabú” dentro de la sociedad criolla, lo que existe es una forma distinta de decir las cosas de acuerdo con su capacidad de entendimiento. Un ejemplo de esto –expone la especialista– es cuando el niño llega con la clásica noticia de que está enamorado o enamorada de un amigo o amiga, ese es el momento para aprovechar y hablarle.
Por lo general, las preguntas comienzan en la escuela, de donde el niño llega con muchas inquietudes, ya sea porque le explican o porque han escuchado a algún compañero hablar de algo que él no entiende. “Ahora en los colegios se les informa, pero es desde intermedia y secundaria. Entonces, también el adolescente se queja porque sólo les presentan la anatomía, que no tiene nada que ver con lo que ellos quieren saber”, añade la especialista.
Uno de los grandes problemas es que los padres esperan que el adolescente sea el que le pregunte y la complicación viene porque si no les han enseñado a ser abiertos en sus inquietudes, ellos no interrogarán sobre el tema.
Cómplice y confidente
Cuando su hija pequeña le diga que tiene un “noviecito”, en el segundo o tercero básico, tome esta confesión con seriedad, y pídale que le cuente detalles mostrándose muy interesada/o.
Cuando el hijo o la hija le cuente que ha conocido a un/a jovencito/a con quien se ha besado, comparta su alegría y muéstrese alegre con ese acontecimiento.
En esta dura tarea las librerías pueden ayudarle. En sus arsenales tienen, entre otros, los libros “Cómo nacemos niños o niñas” y “Qué hacen mamá y papá”.