Luchar por alcanzar objetivos, sueños, por lograr realizaciones, por estar mejor cada día es más que un deber de toda persona que desea superarse, es la motivación para iniciar cada jornada y es el motor para emprender proyectos.
A veces el presente no es como lo quisiéramos y aunque es difícil de aceptar, no debe ser motivo para sentirnos decepcionados o deprimidos. Eso es algo difícil, porque el ser humano, en su mayoría, carece de fe y muchas veces se piensa que si las cosas no andan bien ahora, tampoco andarán bien mañana.
La mayoría cae en ese error, sin notar que de esta manera se deja vencer y poco apoco y, sin darse cuenta, abandona sus sueños.
Son muchas las cosas hermosas que se encuentran constantemente amenazadas, lo sabemos y no podemos ser indiferentes, aunque si tenemos la suficiente confianza en la lealtad y la firmeza de los sentimientos de aquellos con quienes las compartimos y que están llamados a preservarlas, será fácil ignorarlas, pero cuando por el contrario, la otra persona es voluble, siempre anda tras las novedades, será inevitable no sentir temor.
Sin embargo, no debemos olvidar el valor que tenemos como ser humano. A pesar de que muchas veces pasamos por esta penosa situación, por la enorme tristeza de sentir que uno sobra y que es el lado fino de la soga, no estaría de más pensar, lo que hacemos, lo que damos, lo que sentimos, lo que estaríamos dispuestos a hacer por el otro, a todo aquello a lo que sin dolor hemos renunciado y entonces sabremos, que a veces ese otro perdería tanto o más que nosotros si echara a perder las cosas.
Es así como no podemos entender cómo uno cuida las cosas en exceso, quizás más de lo debido y al otro parece darle lo mismo, aunque los dos las amen en igual medida. Uno teme perder, pero no así el otro. Uno cuida, defiende y pelea por lo que ama, el otro, finge no ver las amenazas o simplemente las minimiza. Así pasa muchas veces.
Por eso, no debemos olvidar nuestro valor, sería bueno tratar de no hacer caso a nada ni a nadie y simplemente vivir, conscientes de que lo que ha de ser será, aun nos destrocemos tratando de impedirlo. Y mientras simplemente vivimos, hagámoslo amándonos y si no lo somos, aprendamos a ser felices o al menos parecer que lo somos.