Las discordias separatistas en España no son solamente pueblerinas y vocingleras, sino mezquindades de oportunistas que buscan principalías sin importarles las consecuencias que puedan sufrir los otros, los que ellos falsamente dicen representar.
Un caso parecido a lo que quieren ese grupito de políticos regionales españoles, catalanes y vascos, sucedió en lo que antes llamábamos Checoslovaquia. Entre los eslovacos de aquella generación, que vieron atónitos cómo sus líderes políticos discutían y consumaban la ruptura del país a sus espaldas, sigue la incredulidad del cómo se lo hicieron, con toda la mala fe. Con la separación checoeslovaca se aseguraban principalías políticas algunos líderes de turno en sus regiones, y de paso se duplicaban puestos políticos y se liquidaban los posibles procesos judiciales por corrupción o colaboración con los rusos invasores, pues ellos tendrían el control de sus “nuevos países”. En el caso catalán la familia Pujols y la Mas serían los más interesados en “independizarse”, en hacerse los jefes máximos y prohombres de la nueva patria. Y en el caso vasco, los asesinos etarras serían la casta a venerar en altares y aquelarres.
La inviabilidad y retroceso que supondría una separación la visualizó el presidente del Grupo Planeta, diciendo que su negocio es rentable porque está en un país grande como España, con una lengua que la hablan más de 500 millones de personas. Profesores del IESE, el instituto de estudios superiores con más prestigio en el mundo en MBA, alertan de que Cataluña perdería dos tercios de su comercio con el resto de España, y que el golpe económico total sería de 25.000 millones, porque también habría fuga masiva de empresas. Es que la politiquería populista no ve que muchísima industria, comercio y gente se iría. O quizás sí lo ven, pero no les importa. Y es que no hay peor ciego que el que no quiere ver lo que tendría que venir; los puestos de trabajo que se pierden, las empresas que se arruinan, el portazo de los bancos, las subidas de precios y el aislamiento de las gentes hacia su entorno natural.
En tiempos de memorias históricas falsas y debilidades económicas es fácil construirle fantasías a las gentes, pero ese no es el caso, España está en el camino correcto. De hecho se comienza a estudiar como caso académico en las universidades cómo se puede salir del desastre de dos décadas de zapateros remendones, a una economía que se sanea sin temores a las voces de quienes no supieron hacer nada mientras estuvieron en el gobierno, pero que ahora quieren dar recetas desde la oposición. Ahora cualquiera tiene fuerza para deshacer; por eso necesitamos grandeza de espíritu para hacer.