El título de este artículo proviene de un correo que recibí de un amigo tomado del mensaje navideño del Papa Francisco, sumándose a la campaña mundial contra el hambre.
Nosotros no solo debemos adherirnos a esa, sino a una campaña que sacuda al país, ya que además de las preocupaciones que siempre tenemos en esta semana, por diferentes vías he recibido datos que me hacen pensar aún más cuál es el camino que transita nuestra sociedad.
La encuesta Gallup-Hoy trae una serie de datos preocupantes, aunque sin duda siempre hay que recordar que un sondeo de ese tipo es una fotografía de un momento dado. Por eso es necesario dar seguimiento a las mediciones para ver cómo cambia la percepción del dominicano en el tiempo.
El tema de que 72.2% de los ciudadanos entienden que es menos seguro vivir en el país ahora lo discutí en un encuentro casual con un amigo, gran profesional con un importante puesto en una empresa privada, quien me decía: “Celso, vengo de una familia pobre, mis padres se esforzaron en darme la mejor educación, aún recuerdo a los dos llegar después de las once de la noche de sus respectivos trabajos. A mis hijos los llevo a las mejores escuelas, no me importa el costo porque tan pronto se gradúen quiero que terminen sus estudios universitarios y se queden fuera, aquí no hay futuro”.
Inquieta pensar que se trata de un alto ejecutivo y no de un desempleado que buscaría por todas las vías las formas de salir de aquí tras un futuro mejor para los suyos. En este caso es todo lo contrario: no los quiero en el país porque no veo futuro para mis hijos.
Es el éxodo de talentos que en pocos años sobresalen en otros países en vez de aportar al suyo por sentirse que les irá mejor fuera.
Luego me visitó un dirigente medio de un partido político que quería saber de mi salud. Al cuestionarle cómo van las cosas en su partido, me dijo: “Yo me cansé, en el liderazgo máximo anda cada cual por su lado, preocupado cada uno en sus negocios, no hay forma de que se reconcilien y no le dan paso al relevo porque sus intereses están por encima de los del país”.
Cuando viene el tema de los sectores más corruptos, aun cuando la percepción de que los políticos llevan la delantera, los empresarios no podemos estar contentos ni con la percepción sobre los políticos ni con la posición que ocupamos, con un 60%. ¿No será que en vez de tantos acuerdos y pactos ha llegado un momento del verdadero pacto, el pacto por la transparencia y por la honestidad? Esto implica buscar vías de que la clase media no se sienta desesperada, la clase pobre no esté desesperanzada y que tanto a políticos como empresarios no se nos perciba como socios en la corrupción.
No puede ser que un periodista de la altura de Adriano Miguel Tejada entienda que la unidad de un partido está en la chequera del Estado, cuando debíamos de estar buscando la solución a la pobreza material y de valores que vive la nación.
Por último, un dato que me preocupó y que parece escapó a la atención de los analistas, es que la preocupación por el narcotráfico ocupa uno de los últimos lugares y cuando veía el júbilo de la población por la excarcelación de Quirino me llevó a preguntarme si este fenómeno no estará supliendo las necesidades de los pobres tal como hacía el capo Pablo Escobar en Colombia, donde era querido por una parte importante de la población.
Pienso que ha llegado el momento de evitar saturarnos de pactos sin resultados, de acuerdos fallidos, de la imposibilidad de que nos sentamos seguros y que el país, donde nos ha tocado vivir, sea también la nación de nuestros hijos y nietos.
La producción que genera empleos está siendo sustituida por importadores informales que cambian de razón social todos los días para burlar al fisco. Lo hacen como quien cambia de ropa, reduciendo la capacidad de empleos y aumentando la pobreza y el hambre, que el Papa Francisco y todos debemos combatir.
Nelson Espinal Báez, en su artículo de los sábados, decía: “Más que una democracia pactada por pocos, necesitamos una democracia dialogada por muchos. Pues en nuestro país ha habido muchos pactos de elites y poco diálogo con la base de la sociedad”.
Aprovechemos el mes de la Patria y cambiemos la chequera citada por Adriano Miguel Tejada por los valores de Duarte. Cambiar la actitud de los padres que quieren que sus hijos se vayan por falta de seguridad y futuro y la de los padres que se van por la necesidad de tratar de que sus hijos tengan un futuro menos incierto. l