Barahona. Los desaprensivos que se dedican al robo de metales no se limitan ni tienen parámetros para medir el daño que alcanzan sus acciones.Las barandillas que evitan la caída y deslizamientos de vehículos hacía los precipicios de la carretera que une las provincias Azua y Barahona han sido sustraídas y la accidentada vía se ha convertido en una zona de peligro para el desplazamiento de automóviles.
A la altura del kilómetro 20 de esta ruta de 52, toda la cerca en metal es inexistente y solo se observan los soportes de agarre de las barandillas metálicas.
El material que roban está dividido en tramos de aproximadamente 10 metros concatenados por tornillos.
Estos tramos son retirados por los malhechores y moradores de la zona estiman que la práctica es realizada en hora de la noche.
Robos similares han sufrido las barandillas de carreteras en Baní y San Cristóbal.Recientemente los cables que soportan el puente Juan Pablo Duarte fueron robados, lo que provocó que el tránsito pesado por esa vía fuera suspendido debido al peligro de desplome. El riesgo de afectar la circulación vehicular no se limita al gran Santo Domingo, sino que en las carreteras del país también acecha a los conductores.