Los resultados de las recientes elecciones celebradas en algunos países de Europa nos deben motivar a la reflexión sobre el Sistema de Partidos Políticos de la República Dominicana, y su capacidad de respuestas a las expectativas ciudadanas.
En América Latina viene ocurriendo algo similar, si partimos de los resultados de las elecciones celebradas en Costa Rica, Panamá, El Salvador y Colombia en los últimos meses, los cuales nos hacen recordar otras experiencias, en Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia.
Las reflexiones sobre esta problemática no sólo deben involucrar a los partidos, sino al mismo sistema de participación para determinar las causas que generan la desconfianza del electorado que se traduce en una cada vez más alta abstención de los ciudadanos y ciudadanas con derecho al voto, entre los que se destaca una juventud en creciente escepticismo, en ocasiones perpleja, con respecto a los proyectos y propuestas de los partidos políticos tradicionales.
En el caso de Europa, las opciones se han decantado por los extremos y las nuevas formaciones, dejando, en muchos casos, herido de muerte el bipartidismo que ha sido un modelo universal en las naciones de larga tradición democrática. Un titular de primera página del periódico El País, de España, así lo destacaba, al día siguiente de las elecciones europeas del 25 de mayo reciente, expresando: “Pierde el bipartidismo tras el fuerte castigo de los electores a PP y PSOE. La suma de ambas formaciones baja del 50% por primera vez en democracia”.
En tanto que El Tiempo, de Colombia, al referirse a los resultados de los comicios que tuvieron lugar en ese país en la misma fecha, expresaba que “casi 20 millones de colombianos, de los 33 millones habilitados para hacerlo, no ejercieron este domingo su derecho al voto. Su apatía se tradujo en los niveles de abstención más altos en una votación presidencial desde la primera vuelta de 1994 (66%): sólo el 40.7 por ciento de quienes podían hacerlo votaron este 25 de mayo, lo que traduce en que seis de cada 10 optaron por no ejercer su derecho al sufragio”.
Esa tendencia que en Europa y América Latina crece en forma acelerada debería motivar a los partidos políticos dominicanos a reconocer la necesidad de modernizarse y, sobre todo, a asumir el compromiso de cumplir con sus propuestas electorales, para satisfacer las expectativas de la población. Afortunadamente no es el caso del Partido de la Liberación Dominicana, pero tampoco puede descuidarse.
En el caso de nuestro país, al igual que en otros países de Latinoamérica y el Caribe, las propuestas programáticas deben estar orientadas a reducir la pobreza y la desigualdad con políticas incluyentes en materia de salud, educación, viviendas, empleos, medio ambiente e igualdad de género, tomando en cuenta que se ubican en la región donde la riqueza está peor distribuida pese a que en los últimos años ha logrado aceptables resultados en relación con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
No se trata sólo de retos y aspiraciones legítimas y propias de la ciudadanía, sino de tareas pendientes de una deuda social acumulada.