Y sucedió lo que todos deseábamos que sucediera. Karl Towns fue la primera selección del draft de novatos de 2015 de la NBA y más contentos no podíamos estar en República Dominicana. Pude apreciar por televisión el momento en el que el comisionado de la NBA, Adam Silver, mencionó su nombre y aplaudí como cuando Félix Sánchez ganó sus medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Londres 2012.
Me alegro mucho. Sí. Pero lo de anoche apenas es el principio de una larga cruzada que muchos no han podido concluir. Ser el número uno en la famosa noche de escogencia de la liga estadounidense, más que un mérito de preciado valor, es una responsabilidad con la que no todos han podido lidiar. Aquel que considere que el hecho de ser primer pick es una garantía de que Towns no fallará está equivocado.
Lo que sí quiero advertir es que con esta escogencia comienza todo, sin importar el orden en que se dio. Lo importante es que el chico de madre dominicana tenga la suficiente capacidad de reconocer que su vida sufrirá un cambio del cielo a la tierra.
Desde el rigor de los 82 juegos, las constantes horas de entrenamiento, las agotadoras sesiones en el gimnasio, las conferencias de prensa, las entrevistas, las largas horas de vuelos y las lesiones, la NBA puede ser una vorágine, un mayúsculo reto que requiere fortaleza de cuerpo y mente.
Lo único garantizado en todo esto es el contrato por dos temporadas que tendrá Karl, pues hay dos opciones (tercer y cuarto año) que son siempre del equipo, según las reglas de la NBA. Traigo a colación el tema del dinero porque es ahí donde radica uno de los mayores motores que generan cambios en la personalidad de los seres humanos. Ojalá que el tema económico no cambie al Towns, es por eso que no me queda de otra que rogar porque los cimientos familiares estén más que bien puestos.
He visto algunos trabajos periodísticos sobre Karl y sus padres, y ciertamente me ha impresionado sobremanera su comportamiento. Ellos, aparentemente, han guiado a su hijo por el camino del bien y de las buenas costumbres. La educación y la formación familiar siempre resulta un antídoto para este mal. Le deseo lo mejor a Towns. Ser escogido número uno ya es historia. El reto apenas comienza.