Hace algunos años vi una película titulada About Schmidt, protagonizada por el dos veces ganador del premio Oscar, Jack Nicholson. La cinta cuenta la historia de un hombre que termina su vida laboral en la empresa en la cual ha trabajado por años. No es raro que me encante la actuación de Nicholson en cualquier película, así que eso no fue lo que llamó mi atención de esta cinta. Lo que me pareció más interesante y aleccionador fue la forma de encarar el retiro de las funciones laborales y profesionales. En la película, el señor Schmidt llega una mañana, por última vez, al lugar donde trabajó toda su vida. Es el día de recoger sus cosas en su oficina. No puede ocultar la tristeza, siente que ya no es útil. Pero al llegar a la casa, enciende el televisor y le llama la atención una promoción sobre cómo se podía apadrinar, enviando donaciones, a un niño huérfano de África, con el cual intercambiaría cartas cada cierto tiempo. Su vida continuó, y enviar y esperar las cartas de su “ahijado”, poco a poco se convirtió en una buena razón para seguir con su vida.
En la vida uno piensa muchas veces en cambiar de oficio, de lugar de trabajo y hasta de profesión. Eso no es raro. Es algo que forma parte de las inquietudes propias del ser humano, de ese afán por siempre irse reinventando, por el temor de echar raíces muy profundas en algún lugar. Otra razón para plantearse un cambio de dirección en la vida podría ser, cuando tenemos que irnos a vivir a otra ciudad o país y nos vemos obligados a empezar de cero en un nuevo lugar, con otras gentes y en otro ambiente. Sin embargo, cuando se trata de razones de edad, de una lesión en el caso de un atleta, o por el bajo rendimiento en el desempeño de la carrera de un deportista, la cosa cambia diametralmente.
Miles de historias podrían contarse de las personas que desde niños tuvieron el sueño de convertirse en deportistas famosos y seguir los pasos de sus ídolos en el béisbol, baloncesto, boxeo, fútbol, etc., pero que por razones de salud o de edad deben abandonar la práctica de la disciplina que constituye su profesión y pasión, caen en una profunda depresión y algunos nunca llegan a levantarse porque con sus sueños, también murió su deseo de seguir adelante, cuando en realidad la vida nos da miles de opciones para disfrutarla en cada una de sus etapas.