Respetar los nuevos tiempos

Siempre fui y soy un seguidor de la carrera de Scottie Pippen en la NBA. En la época de Michael Jordan, mi favorito era Pippen.

Siempre fui y soy un seguidor de la carrera de Scottie Pippen en la NBA. En la época de Michael Jordan, mi favorito era Pippen.No voy a enumerar sus cualidades como jugador de baloncesto. El hecho de estar entre los 50 mejores jugadores de la liga estadounidense es, probablemente, la más elocuente explicación de que fue un grande en la NBA.
Pippen declaró hace poco que sus Bulls de Chicago de la temporada de 1995-96 barrían 4-0 a los Warriors de Golden State, que es, precisamente, el equipo que amenaza la marca de ganados y perdidos (72-10) de la temible escuadra de Jordan, Pippen y Rodman.

Me pregunto hasta cuándo vamos a estar en esto. Ha sido una costumbre en los últimos años que la generación de los 90 produzca este tipo de controversias con comparaciones que nadie nunca sabrá el resultado.

Si no es Pippen, es Michael Jordan, si no es Jordan es Karl Malone, si no es Malone es Dennis Rodman, si no es Rodman, es Patrick Ewing. Yo, un enamorado y defensor de los 90, he participado en discusiones sobre estas comparaciones, pero viéndolo unos años después luce como si los que jugaron en los 90 sienten algún resentimiento con los jugadores de esta época, especialmente por el dinero que ganan y la atención mediática que generan.

Alguien tiene que parar esto, especialmente porque nadie nunca podrá saberlo. No hay manera de saber, por ejemplo, si realmente los Bulls de Jordan y Pippen barrerían a los Warriors de Curry y Thompson. Es como si se hiciera tan difícil reconocer el mérito de la actual generación de baloncesto. Solo he visto a Reggie Miller hablar como debe hablar un exjugador, que está llamado a reconocer que los tiempos cambian y que el ser humano tiende a evolucionar, no a involucionar.

Los nuevos jugadores, sin embargo, hasta en eso son diferentes. Todavía no he leído a uno reaccionar de una manera agria a las cansonas comparaciones. La nueva escuela no hacen más que respetar la impronta de las leyendas y responden con declaraciones en su punto.

Pero estoy seguro que pronto alguien, ya sea de la vieja o de la nueva escuela, aparecerá para poner un alto a esto que se torna repetitivo.

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