En mi época de universitario en Santiago solía escuchar Radio Azul mientras estudiaba. Tocaban con insistencia la canción “El Reloj” de Roberto Cantoral. Una canción preciosa que compone a su moribunda esposa en los últimos minutos de su vida.
No sé si su canción influenció en mi colección de relojes de pared y mesa que llegan a más de cien en mi oficina. Esta estrofa que dice “detén el tiempo en tus manos haz esta noche perpetua para que nunca se vaya de mi para que nunca amanezca”, la tarareaba en mi mente cuando tenía exámenes y no había terminado de estudiar y recuerdo a todos los que me preguntan por los relojes que casi todo en la vida se compra, pero el tiempo es sin duda de las cosas que no se compran.
Eso debe haberle pasado a mucha gente, no solo en el caso de una persona enferma, sino también a los que ostentan posiciones de poder y quisieran que no amanezca para que el reloj detenga el tiempo y nunca se acabe lo que disfrutan.
En estos días he pensado que si a Nicolás Maduro el pajarito le cantó la canción, debe estar deseoso de que el tiempo se detenga.
Ha dividido a Venezuela llevando a un país rico a una situación de desabastecimiento impensable y convirtiéndose en el hazmerreír no solo de los venezolanos, sino de sus propios colegas presidentes y del mundo entero.
Incluso hasta llegan a inventar situaciones que algunas veces no llegamos a creer. En días recientes se convirtió viral en las redes una foto donde Maduro confundía a Nelson Mandela con el famoso actor Morgan Freeman. Pero sin dudas sus metidas de lengua son tan famosas que se puede creer todo.
No son solo sus dislates verbales es tanto peor la desesperación de un pueblo que hace filas para comprar alimentos básicos y hasta papel de inodoro. Me contaba una persona muy querida que luego de pasar varias horas en fila para comprar arroz al llegar su turno el cereal se había acabado y lo único que quedaba eran pañales desechables y decidió comprarlos porque tenía la seguridad que a alguien le haría falta.
Maduro ya no solo enfrenta a una oposición que por fin parece compactada, luego de su triunfo electoral en las elecciones congresionales, también enfrenta el descontento dentro de las filas de sus propios partidarios, ya que no todos disfrutan las mieles del poder y deben pasar como todos los venezolanos las penurias del desabastecimiento y la enorme crisis de seguridad que tiene a la ciudadanía en un obligado toque de queda.
El tic tac del reloj podría marcar su fin de aprobarse el referéndum que de acuerdo a la constitución puede acortar el periodo; pero sin dudas, las artimañas del Consejo Nacional Electoral controlado por el gobierno pretenden retrasar dicho referéndum hasta el año próximo ya que agotado más de la mitad del periodo el gobierno no sería sustituido, sino que sería reemplazado el vicepresidente Diosdado Cabello, logrando así que nada cambie.
Sin embargo, el escenario interno y externo coloca el débil gobierno cantando al reloj sin posibilidad de que continúe deteniendo las horas del fin del caos en que ha asumido al país de suramérica. La marcha del 2 de septiembre fue una clara demostración del cansancio de la población e incluso ya confrontan a Maduro en sus apariciones públicas en una obvia demostración del poco miedo que ya tienen a sus prácticas antidemocráticas.
En el escenario externo ha perdido a sus tradicionales aliados de la izquierda. Brasil con su crisis política y la salida de Dilma Roussef no está en posición de apoyar a nadie. Correa en el Ecuador no planea cambiar la constitución para agotar otro periodo. Evo Morales no encontró el apoyo necesario en el referéndum para modificar la constitución y nosotros siempre hemos sido cuidadosos en el apoyo para no entrar en muchas contracciones con el socio del norte.
Todo esto genera presiones tremendas, por un lado a la oposición que se le acaba el tiempo para acortar el periodo y un Maduro arrinconado por la un desabastecimiento que ha obligado a realizar colectas de medicamentos, como las realizadas en nuestro país, ya que las farmacias y hospitales se encuentran desabastecidos de lo más esencial.
Las protestas y los enfrentamientos serán cada vez más frecuentes no hay nada que cohesione más a una población que las urgencias básicas y mucho más a un país acostumbrado a un nivel de consumo muy alto a pesar de los contrastes de pobreza.
Es la lección que todos debemos aprender del populismo, la corrupción y la evasión que crean sociedades desiguales que buscan soluciones extremas que terminan no resolviendo los problemas estructurales.
Venezuela es un volcán, el tic tac del reloj marca el paso de las horas inexorablemente y aunque Maduro se resista a reconocerlo terminará el tiempo por dar por terminado un régimen represivo que ha querido imitar el modelo cubano sin el talento de Fidel, el imperialismo de Estados Unidos sin tomar en cuenta que no tiene el poder de estos y que por último el arma del petróleo le ha jugado una gran trastada con la caída de los precios.
Que recuerde que por más que se quiera detener el tiempo todo toca su fin y llega un amanecer diferente, y sin dudas mejor para los venezolanos, porque peor que lo que tienen es difícil.