La creación, consolidación y supervivencia de Israel está lejos de haber cumplido los objetivos del sionismo, escribió el pensador judío Herzl Fishman. El Estado, dice, “es el requisito para la redención nacional en la época moderna; para la realización plena del potencial espiritual de la nación, pero no debe rendírsele culto. Con la asistencia del Estado soberano, se le dará una oportunidad a su pueblo, en términos maimonideanos, de transformarse en un razonable modelo colectivo de mayor sensibilidad, misericordia, integridad y creatividad… el Estado judío físico ha sido establecido, pero su misión de redención está aún lejos de haber quedado cumplida”.
Fishman explica por qué no han sido alcanzados, a pesar del enorme desarrollo material de Israel: “… cierta gente está desilusionada con la imagen espiritual de Israel”, escribió”. Al carecer de la condición básica de una relativa seguridad física, con los costos de la defensa creciendo en estremecedora proporción totalizan más del 40% (hoy es mucho más) del presupuesto nacional, con nuestro pueblo pasando tres años en el ejército regular y luego 100 días cada año en la reserva; y con la continua y corrosiva incertidumbre sobre si nuestros vecinos nos permitirán jamás vivir en paz, cualesquiera fueran las concesiones a que accediéramos, es extremadamente difícil para una pequeña y jaqueada nación de morales concentrarse en la calidad redentora de una vida basada en sus auténticos valores y aspiraciones nacionales y espirituales”.
Una razón más profunda tal vez exista en el sentimiento de desilusión con la imagen de Israel, que Fishman define así: “…mucha gente ha super-romantizado el empeño sionista, aplicándolo únicamente a los componentes idealizados, temporales llenos de fuerza interior del ideal de redención, más que a las realidades de la vida impuestas por la responsabilidad de la existencia nacional y territorial”.