Buscas siempre la aprobación externa? ¿Vives comparándote con las celebridades o con las modelos? No permitas que la mirada de otros se convierta en tu espejo. Según los psicólogos, las mujeres que se obsesionan con la imagen tienen una autoestima débil y salen al “exterior” a buscar solución a su problema, persiguiendo una imagen ideal a la que parecerse para compensar así la falta de seguridad en sí mismas, porque buscan ser aceptadas. “El egoísmo, el individualismo, el culto a la belleza y a la imagen, aunque promovidos y ensalzados por nuestra sociedad, no son valores sino defectos. Por eso cada quien debe desarrollar sus propios valores y dar prioridad a uno de estos aspectos particulares en su vida cotidiana”, dice Ursula Oberst, psicóloga y profesora de la Universidad Ramon Llull y coautora de Life Styles (Estilos de vida).
Si esperas el reconocimiento del entorno al que perteneces, tener la cintura como las modelos de catálogo o el trasero de Kim Kardashian, tendrás que vivir de acuerdo a los valores de estas personas que ni conoces, sin embargo, la verdadera identidad sólo se puede hallar recorriendo el camino en dirección opuesta. La obsesión por conseguir algo que no tenemos y que pensamos cambiará definitivamente nuestra existencia nos hace perder la perspectiva realista de las cosas. Y cuando no las obtenemos empezamos a castigarnos. “Deja de juzgarte a ti misma”, dice Osho, autor de The Book of Secrets (El libro de los secretos). “En lugar de juzgarte, empieza a celebrarte con todas tus imperfecciones, tus fragilidades, errores y fallas. No te exijas ser perfecta: Esto es simplemente pedir lo imposible, y luego te sentirás frustrada”.
Estar demasiado atenta a tu imagen externa y a lo que dicen los demás, puede llevarte al quirófano en más de una ocasión. Una investigación de la Asociación Británica de Cirujanos Estéticos descubrió que borrar las arrugas es adictivo: el 40% de las personas que se tratan con botox tiene un deseo compulsivo de someterse a más tratamientos.
Quiere, pero empieza por ti
Los psicólogos están de acuerdo: ningún vínculo constructivo con los demás se establece y fortalece si no se apoya, primero, en una buena relación contigo misma. Ese “sano egoísmo” es el primer paso para sentirte a gusto con lo que eres y la forma de lograr la autorrealización. En cambio, cuando dejas de aceptarte a ti misma, pierdes la capacidad de tomar tus propias decisiones, y eso acaba por volverte una persona insegura: necesitarás consultar o buscar aprobación en todo lo que haces. Sólo es auténtico quien se acepta.
Sé fiel a ti misma. No anticipes lo social a lo individual: recuerda que el bienestar común depende en gran medida del bienestar propio.
Antonio Blay, especialista en psicología transpersonal, dice que todo lo que somos es esencialmente positivo. Mientras no vivamos como algo positivo aquello que poseemos, no podremos desarrollarlo, pues crecemos sobre nuestros puntos fuertes. Por eso, para fortalecer tu autoconcepto no vale con acumular información: llévala al terreno de la experiencia, porque lo que se aprende en la práctica se convierte en una adquisición real, efectiva y duradera.
Ama tu cuerpo: Según un estudio publicado en el International Journal of Eating Disorders, las mujeres que están más satisfechas con su imagen física tienen una vida sexual más activa, inician más el sexo y llegan al orgasmo con más frecuencia.
Desarrolla lo mejor de ti
Las fortalezas son rasgos que definen nuestra forma de ser, características psicológicas que se presentan en diferentes situaciones y a lo largo del tiempo. Cuando aprendas a confiar en ti, a quererte y a admirarte, otros lo harán. “La admiración obra como un moderno y evolucionado sistema de seducción que reemplaza los primitivos estímulos visuales por unos más sutiles y elegantes. No es que la admiración produzca orgasmos, pero, muchas veces, crea las condiciones para que se den”, dice Walter Riso, autor de Los límites del amor. “Si estamos frente a una persona con algún atributo de su carácter que admiramos, la observaremos de un modo especial, incluso le perdonaremos algunos defectos físicos”. P
Céntrate en lo que dices
- Di lo que piensas: Cuando hables, analiza cuántas veces utilizas expresiones como “la gente dice”, “todo el mundo”, “lo normal” en vez de emplear “yo”. Hablar en primera persona es la única forma de tomar conciencia de tus actitudes y tu opinión.
- No generalices: Las generalizaciones te impiden plantearte que tú puedes tomar las riendas de tu vida y hacer algo al respecto.
- Tu opinión es tuya: Creer que lo que tú opinas es lo que la gente piensa en general es no aceptar que todos somos distintos. No puedes saber lo que piensan los demás, ya que ellos son tan únicos como tú.