No importa cuánto luchemos por retener las personas y las cosas que amamos o con las que nos gusta pasar tiempo, conversar, compartir, en el caso de los humanos, y utilizar, en el caso de las cosas. Lo cierto es que los objetos en algún momento dejan de funcionar, tras un periodo de servicio se descomponen, dejan de ser útiles, se rompen, envejecen y con pesar, hay que desecharlos.
Con las personas, aunque debería ser diferente, sucede algo muy similar.
Al cabo de un tiempo de compañía, de disfrutar y sufrir buenos y malos momentos, cuando uno siente una cierta estabilidad y ve afianzarse en bases firmes sus sentimientos y su vida, el otro, simplemente decide seguir adelante, buscar a alguien más para remozar su entorno, con los tan ansiados aires de la novedad. Esa novedad tan anhelada y que parece ser la razón de existir para algunas personas.
Una vez pensé… que si hasta la vida llegaba un día a su fin, ¿qué no tendría final en la vida?
Sin embargo, y a pesar de estar plenamente segura de que hay cosas que por más que luchemos y nos esforcemos no podremos evitar que sucedan, seguimos tratando de evitarlas, con desesperación y con la esperanza de que lograremos revertirlas. Es en esa lucha imposible en la que terminamos más lastimados, más heridos.
Es tratando de detener lo inevitable, cuando nos vence la tristeza, nos llenamos de inconformidad y hasta de amargura y pasará un tiempo muy largo para que entendamos que hay cosas que por más que creamos que no merecemos, llegarán indefectiblemente.
Así es que si de todos modos, lo que ha de ser será, ¿para qué sufrir y hasta morir en la víspera?
En ese caso, lo que tenemos es que estar claros, y saber lo que dimos, lo que hicimos, lo que pusimos en cada momento y en cada persona. Debemos ser conscientes del nivel de amor, respeto y honestidad con que nos condujimos, con que actuamos a lo largo del tiempo en el que compartimos con otras personas. No es que no nos dolerá, pero, si nos comportamos bien, si fuimos honestos y sinceros, no tendremos cargos de conciencia. Algo que, quizás, no será el caso para las demás personas.