La fragmentación del voto opositor promete una cómoda ventaja al presidente Danilo Medina, más allá de las reveladas en recientes encuestas. La aparente imposibilidad de una concertación entre todos los grupos que le adversan hará que el crecimiento de cualquiera opción opositora vaya en detrimento de las demás.
Además, el cotejo de los pronunciamientos públicos de los partidos y candidatos opositores indica cuán lejos están de encontrar puntos de coincidencia con vista a un acuerdo o compromiso electoral, que aliente la esperanza de una segunda ronda de votación o ponga en duda la reelección del mandatario.
A pesar de la última encuesta publicada, la de Gallup, que sitúa a favor del presidente Medina la intención del voto en 51.8%, el más bajo desde su ascenso a la presidencia, un análisis frío de la situación sugiere que deberá moverse tras el lanzamiento esta semana de su campaña mejorando su posicionamiento, aun cuando sus adversarios vean en sus apariciones y actividades públicas una intención proselitista sin un impacto mayor en las mediciones de popularidad. También debe favorecerle la aparente unidad peledeísta, dada con la asistencia, protocolarmente obligada, del expresidente Leonel Fernández a la campaña electoral, a despecho de que su integración sea sólo ceremonial, pues entre sus partidarios tendrá el efecto de una señal de activación, pues de esa victoria dependerá la de muchos de ellos.
Además, el presidente Medina tiene a su favor el indiscutible buen comportamiento de la economía, reflejada en una estabilidad macroeconómica y una serie de ejecutorias de gran impacto social, aunque sería un error menospreciar el ascenso en las encuestas del candidato principal de oposición, Luis Abinader, tratándose de una figura joven con una tasa baja de rechazo. La campaña, ya en marcha, mostrará el lado a favor de quién se irán moviendo las agujas del reloj.