El activismo con miras a las elecciones del 2016 no solo se da en cuanto a la candidatura presidencial, sino a nivel de otras posiciones que estarán en juego en los comicios de ese año. Hay muchos proyectos en ciernes, y detrás de ellos, los naturales amarres y cabildeos, y en muchos casos, choques de tendencias. Hasta ahora, la unificación de las elecciones no ha reducido el activismo político, como se esperaba. El efecto ha sido contrario. Con el esquema anterior, se producía un respiro que ahora el país no ha tenido. En un período de cuatro años, la campaña se dividía en dos fases. Primero, para los cargos legislativos y municipales, y en el segundo tramo, para la Presidencia. Ahora resulta que, faltando casi tres años para las elecciones, ya se ha iniciado la lucha por las candidaturas. Parece que la fiebre no está en la sábana. El fondo de todo es que, para bien o para mal, este es un país politizado hasta los tuétanos.
Caras nuevas
Como ocurre en la pelota, donde casi nadie quiere colgar los guantes, en la política también hay figuras que ejercieron roles protagónicos hace décadas, y que todavía piensan en ser candidatos en el 16. Sin embargo, parece que la tendencia es que participen cada vez más representantes de la nueva generación en la competencia por las candidaturas. Ayer, por ejemplo, se hicieron públicas las aspiraciones de Franklin Rodríguez a la senaduría de San Cristóbal. Y en el PRD, ha salido con fuerza tras la nominación a la alcaldía del Distrito Nacional el diputado David Collado, quien cuenta con el respaldo de casi todos sus colegas, sin importar que sigan a Miguel Vargas, Hipólito Mejía, Luis Abinader o Neney Cabrera. Otro joven perredeísta, Eduardo Sanz Lovatón, buscaría la candidatura a senador por la misma plaza. En el caso de Collado y Sanz, el éxito de sus proyectos depende, en gran medida, de que el PRD resuelva sus problemas internos. Pero ese es otro tema…