Días atrás se introdujo el proyecto de presupuesto en las cámaras legislativas, y el Fondo Monetario Internacional hizo públicas sus deliberaciones sobre el primer seguimiento posterior al programa con la República Dominicana. En torno al FMI, señaló perspectivas “de una recuperación económica paulatina con inflación moderada”; sin embargo, “persistirán los riesgos a la baja generados principalmente por las dificultades en la recuperación económica de Estados Unidos y Europa, choques en los precios del petróleo, menores precios del oro y las grandes necesidades de financiamiento externo del sector público”.
En palabras llanas, tenemos un potencial de crecimiento, pero condicionado a lo que suceda con nuestros dos principales socios comerciales, los cuales reciben dos terceras partes de nuestras exportaciones, y desde los cuales recibimos una misma proporción del flujo total de turistas que nos visitan. En adición, de los cuales depende un porcentaje mucho mayor de las remesas familiares y donde se halla la mayoría de los tenedores de nuestra deuda soberana.
Entre las recomendaciones expresadas por el FMI se encuentra que “la política monetaria debe estar orientada a mantener la inflación en niveles bajos y proteger la posición externa” y respaldaron “la intención de las autoridades de incrementar las reservas internacionales para que sean equivalentes a alrededor de tres meses de importaciones”. El pasado año esta relación fue de 2.5 meses. Esto se traduce en potenciales intervenciones sobre la tasa de interés, como bien sucedió en agosto pasado.
Esto nos lleva a los supuestos utilizados en la elaboración del presupuesto nacional, los cuales indican que la economía dominicana crecerá en términos reales un 4.5% en el 2014 (en comparación con 3% esperado en el 2013), con una devaluación de la moneda de un 6.4% y una inflación esperada de 4.5%.
Esto bajo las premisas que la economía de los Estados Unidos crecerá 2.5% (en comparación con 1.6% este año), y el precio del barril de petróleo promediara US$96.
De esto se podría inferir que se mantiene la política iniciada en la presente gestión de proveer mayores niveles de competitividad a los sectores generadores de divisas, con una tasa de devaluación superior a la tasa de inflación.
Ahora bien, en lo que respecta a las expectativas de ingresos del presupuesto, para el próximo año se espera un incremento en los impuestos recaudados de un 14%. Cifra superior al crecimiento corriente esperado de la economía (9%). Esto pone un importante reto a las direcciones responsables de las recaudaciones, en un año donde no se darán aumentos de impuestos más allá de los contemplados en la reforma del 2012.
Esto en un contexto donde los sectores de mayores aportes a las recaudaciones han sido los más rezagados. Por lo tanto de no realizarse transacciones extraordinarias significativas que conlleven ganancias de capitales, se traducirá en la necesidad de incrementar la eficiencia recaudadora. Si, más de lo que ya está.