Preservemos la paz laboral

Las tres confederaciones sindicales del país entregarán hoy en el Ministerio de Trabajo una solicitud de convocatoria del Comité Nacional del Salario, en un esfuerzo por reanudar las estancadas negociaciones para la firma de un acuerdo con el sector&#8

Las tres confederaciones sindicales del país entregarán hoy en el Ministerio de Trabajo una solicitud de convocatoria del Comité Nacional del Salario, en un esfuerzo por reanudar las estancadas negociaciones para la firma de un acuerdo con el sector empleador sobre el salario mínimo en el sector privado. El presidente de la Confederación Nacional de la Unidad Sindical (CNUS), Rafael Abreu (Pepe) me expresó en el programa El Despertador su confianza de que la petición encuentre un camino libre de obstáculos que permita alcanzar compromisos favorables para las partes.

En el fragor del diario quehacer, las dilatas discusiones sobre el tema pudieran parecer irrelevantes. Pero detrás se esconde la permanencia de una paz laboral que el país ha disfrutado por más de 30 años ininterrumpidos y que en cierta medida ha contribuido a impulsar el crecimiento de la economía y la estabilidad que se disfruta en el ámbito de los negocios. El señor Abreu resaltó que ese extendido periodo de tranquilidad siguió a los sangrientos disturbios de abril de 1984 en los que murieron decenas de dominicanos, la cifra probablemente nunca se sabrá, ocasionados por el descontento provocado por un programa restrictivo de medidas económicas derivadas de un acuerdo con el FMI.

En las pláticas surgidas al año siguiente se sentaron a ambos lados de la mesa los sindicalistas y los dueños de empresas, lo que a juicio del señor Abreu facilitó el tránsito a un arreglo que sentó las bases de la paz laboral que hoy pudiera verse amenazada si no se encuentra un punto de coincidencia. Muchos empresarios no advierten que esa paz laboral está garantizada por la moderación de la clase sindical. La falta de un acuerdo podría dejar al liderazgo sindical en manos de grupos radicales, renuentes a sentarse a la mesa, para buscar sus objetivos en las calles, con un costo económico mayor al que supondría cualquier aumento del salario mínimo.

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