El pasado año las exportaciones crecieron un 26% y el anterior un 23%: ritmos consecutivos históricamente altos.
Aumentaron tanto las nacionales como las de zonas francas. ¿Qué las empuja? Las razones son variadas.
Primero, es evidente un cambio de mentalidad del empresariado hacia la exportación. Esto es palpable en pequeños, medianos y grandes productores.
Un reciente estudio realizado por la Asociación de Industrias (AIRD) indica que el 26% de las medianas y pequeñas empresas manufactureras exportan, aumentando a un 62% cuando se trata de empresas grandes con más de 200 empleados.
Esta focalización coincide con el proceso de apertura, principalmente luego del DR-Cafta.
El discurso pro exportador no es exclusivo de una asociación empresarial o un sector, es una bandera común de gremios sectoriales y regionales.
Desarrollamos clusters productivos, y hemos diversificando el destino de nuestras exportaciones. El mercado de la región ha venido creciendo.
En adición, el acuerdo con la Unión Europea (EPA) ha dado un empuje a las exportaciones agrícolas y agroindustriales. Nos hemos posicionado como el cuarto exportador mundial de bananos a la Unión Europea.
Las zonas francas han llevado un proceso de diversificación, desde la industria de la aguja hacia otras áreas como la producción de instrumentos médicos.
Ahora bien, ¿por qué ahora es que se aprecia este incremento y no antes? Tres razones: Haití, China y la crisis internacional. Luego del terremoto, Haití depende aún más de las importaciones y nosotros estamos naturalmente posicionados para suplir la demanda.
China vive un proceso gradual de apreciación de su moneda y aumentos de costos internos.
En los últimos 18 meses el Yuan se ha apreciado un 8% frente al dólar, mientras nuestro peso se ha depreciado un 5%.
Finalmente, con la caída de Lehman Brothers, la mayoría de las monedas latinoamericanas se depreciaron substancialmente.
El peso mexicano perdió un 40% de su valor entre junio del 2008 y marzo del 2009, lo mismo sucedió con Brasil (43%), Colombia (42%), y Chile (20%). Sin embargo el peso dominicano apenas se devaluó un 4%.
Perdimos competitividad. Ahora bien, en los últimos dos años se ha venido dando un proceso inverso de apreciación de dichas monedas, inclusive centroamericanas como la costarricense y la guatemalteca.
Todos estos ingredientes: el cambio de mentalidad, la focalización en temas de competitividad, la diversificación de destinos, la ampliación de la base exportadora, la apreciación del Yuan y de las monedas latinoamericanas, junto con el incremento de la demanda de productos importados por Haití, han creado un mezcla atractiva para crecer.
Si a partir de este año sumamos las exportaciones mineras, es evidente que seguiremos viendo cifras halagüeñas en nuestras exportaciones. Lástima que a pesar de todo esto, nuestra economía demanda mucho más dólares de los que generan nuestros exportadores, lo cual nos debe seguir empujando en afilar la espada para profundizar e incentivar la internacionalización de nuestros productos y servicios. l