Amuchos le viene sorprendiendo la lentitud de la actividad económica en los primeros dos meses del año, puesto que históricamente en tiempos electorales los gobiernos dan rienda suelta al gasto público. Lo cierto es que el 2012 arrancó pausado para la gran mayoría del mundo. Las nuevas proyecciones del FMI estiman que los Estados Unidos crecerá 1.8% este año, y la Zona Euro se contraerá en 0.5%, empujados principalmente por Italia y España, los cuales esperan decrecimientos aun mayores. Estos dos bloques concentran el 70% de nuestras exportaciones, así como el grueso de los turistas que nos visitan.
La situación de nuestras finanzas públicas tampoco está color de rosas. Se mantiene un alto nivel de dependencia de préstamos para cubrir las necesidades de gastos, de hecho el pasado año concluimos con un déficit de RD$56,000 millones lo cual fue cubierto por fuentes financieras.
La resistencia a la baja del precio internacional del petróleo, a pesar del enfriamiento de la economía mundial, aprieta las finanzas del Estado, principalmente por el lado de la CDEEE.
Si a esto le sumamos el cierre inconcluso del acuerdo con el FMI, dejando de percibir unos US$500 millones de desembolsos, se empieza a entender la delicada situación en que se encuentran las finanzas públicas.
Todo esto a pesar de un crecimiento de los ingresos tributarios del 12% el pasado año.
Esta situación, dentro de una coyuntura electoral, debe de seguro estar generando discusiones y fricciones a lo interno de los funcionarios del área económica, debatiendo sobre si abrir la llave o mantener un flujo controlado.
La verdad es que la situación actual es muy diferente que durante el 2008. Hoy nuestra deuda externa es un 60% mayor que hace cuatro años.
Tenemos más de US$2,400 millones en bonos soberanos. Al sumárseles los bonos en pesos emitidos por Hacienda, el total sobrepasa los US$4,400 millones.
A esto se le agregan los RD$240,000 millones de valores en circulación con que cuenta el Banco Central.
Una gran parte de nuestra deuda ahora está en manos de tenedores de bonos, los cuales tienen la flexibilidad de venderlos de manera rápida en los mercados secundarios.
Estos tenedores, nacionales y extranjeros, mantienen una mirada de águila en el acontecer económico.
Si bien los fundamentos de la economía dominicana son sólidos y se aprecian buenos resultados de nuestros sectores generadores de divisas, el hecho es que la situación internacional y las limitaciones de nuestras cuentas públicas demandan prudencia.
Si las encuestas presentan un panorama cerrado, aumentarán las presiones para abrir las compuertas del gasto, con la máxima política de que se acoteja la carga en el camino. Un camino con muchas piedras. l