El incremento de la violencia y la delincuencia en el país es un tema recurrente. Durante las últimas dos décadas, nos encontramos con momentos en los que el robo, los atracos y los crímenes violentos aumentan de forma alarmante, sin que exista una explicación clara de estas variaciones. Frente a esto, se suelen tomar medidas, algunas de ellas definidas como integrales, como los planes de seguridad y otras más puntales, con carácter efectista, como los patrullajes mixtos. El problema ha sido que ni una ni la otra han contribuido con mejorar el clima de paz y seguridad pública.
Nos encontramos ante una nueva ola de delincuencia y ante nuevas medidas tomadas por la Policía Nacional para contrarrestarla, las cuales, no ofrecen garantías de que esta vez será distinto. Una de las disposiciones anunciadas tiene que ver con el incremento de efectivos policiales en el patrullaje preventivo y la integración de militares, como se ha hecho en otras oportunidades sin resultados positivos. Adicional a esto, se ha anunciado la creación y puesta en funcionamiento de un novedoso “Sistema de Gestión de Denuncias” con el propósito de mejorar las estadísticas de robos y asaltos y hacer más efectiva la respuesta policial contra la violencia y el delito.
Si bien es cierto que la inseguridad ciudadana tiene múltiples causas, que en su momento deberán ser atendidas a partir de respuestas integrales; se requiere de medidas urgentes que envíen una señal clara a la población, de que existe una voluntad real para avanzar. Entendemos que el punto de partida debe ser la transformación de la Policía Nacional (PN), para hacer de ésta una institución con la fortaleza y las capacidades necesarias para enfrentar el delito. Para ello, se deberá ir más allá de lo que se ha hecho hasta ahora, que en resumen ha sido, incremento coyuntural del patrullaje, cambios a nivel de jefatura y la “mano dura” contra los delincuentes.
Para lograr una PN que garantice la seguridad ciudadana, se deberá lograr que el Congreso Nacional deje de ceder a presiones y apruebe de una vez por todas, la reforma policial. Esto debe dar paso al desmantelamiento de grupos delictivos que operan al interior de esta institución y a su depuración real. Al mismo tiempo, se deberán mejorar las condiciones laborales de los miembros de esta institución. Por otro lado, urge que los efectivos policiales se concentren en el servicio de patrullaje, para la prevención y persecución del delito. Además, la PN deberá ser dotada de los materiales, equipos y tecnología necesarios para enfrentar el crimen.