A la oposición del presidente Danilo Medina le espera una ardua y difícil tarea: vencer el poder gobernante con todo lo que siempre entraña, con un partido fuerte, aunque con grietas que pueden convertirse en su oportunidad, y un factor singular: en general, la economía dominicana sigue creciendo.
Si bien la oposición entiende que la popularidad del presidente Danilo Medina ha descendido, todavía le reconoce que sigue por encima de su más cercano contendor, Luis Abinader, aunque descarta que pueda ganar en una primera vuelta.
El equipo del candidato con mayores posibilidades de confrontar la reelección tendrá que formular enfoques que puedan conducirlo por el camino que le permita alcanzar su propósito en el tiempo que falta desde ahora hasta el 15 de mayo de este año.
Si el desempeño económico ha sido como sugieren los organismos internacionales, habría que considerar la utilidad de una estrategia cuestionadora de los resultados alcanzados por la Administración de Medina. Coyunturalmente, podría considerarse contraproducente, porque aparentemente sería descalificar a los organismos internacionales y las agencias calificadoras.
Aunque la estabilidad macroeconómica puede ser una limitante relativa para la oposición, las grandes inequidades, la pobreza y los problemas económicos y sociales persisten, y las denuncias contra esas taras podrían ser un caldo de cultivo. El encarecimiento de un producto como el pollo, y el aumento del Itebis de 13% a 16% a productos de la canasta básica como los derivados lácteos (yogurts, mantequillas y otros), café, grasas animales y/o vegetales (aceites y margarinas), azúcar, el cacao, cocoa y chocolate, podrían servir para la política de ataque de la oposición.
Asimismo, necesariamente la oposición le marchará a algunas políticas o programas en que se ha afirmado la administración de Medina y que le han facilitado un favorable posicionamiento, como gobierno o como candidato.
Algunas iniciativas le han resultado exitosas: las duras críticas al programa de las “visitas sorpresa” probablemente se enmarcaron en ese tipo de consideraciones.
Ya con la campaña electoral en la etapa final, la oposición probablemente estructurará un plan más agresivo de socavamiento de su contrario, que tienda a minar la credibilidad del gobierno, del candidato, de su partido y de las fuerzas aliadas.
No bastaría con las descalificaciones. Tendría que obrar con hechos creíbles, y tendría que superar algunos temas ya recurrentes y que ciertamente constituyen parte de la amplia preocupación nacional.
La inseguridad ciudadana
Es visible que el gobierno de Medina no ha podido mantener por mucho tiempo un ambiente de seguridad ciudadana. Cuando la población parece sentir durante algunos meses que empieza a vivir en paz, se desata un hecho desconcertante y aterrador.
Al gobierno hay que reconocerle que ha agotado un esfuerzo de mejoría del clima de seguridad en calles y avenidas, en los servicios de emergencia, a través del 911, y cambios en los métodos y procedimientos de acción contra la delincuencia, lo mismo que la sustitución de incumbentes de organismos de la seguridad pública. Eso no ha sido suficiente.
Enarbolar la inseguridad ciudadana como tema de campaña tiene un inconveniente. Puede ser que la sociedad lo perciba como un problema estructural, obviamente de competencia de los poderes públicos, pero sin una solución a corto plazo. Montarse en consecuencia sobre un tema como ese conlleva demasiados riesgos para la oposición, que necesita consistentes caballos de batalla.
La corrupción
La corrupción ya ha liderado la agenda de la oposición, y aparentemente le ha redituado resultados. Después del suicidio en la Oisoe, y las irregularidades denunciadas (reconstrucción del hospital Darío Contreras), más las frustraciones que para un amplio sector significó el desenlace final del proceso seguido a Félix Bautista y los destapes posteriores que envuelven a algunos jueces, probablemente mellaron la popularidad de Medina.
Colateralmente, la campaña contra el poder judicial (incluidas las altas cortes) puede resultar conveniente a los planes opositores. Pero es inevitable preguntar: ¿Tendrá cada mes la oposición un caso desde ahora hasta el 15 de mayo del 2016? La campaña anticorrupción tiene el inconveniente de que para que sea sostenible debe ir de un escándalo a otro. Ese es un imponderable.
Propuesta creíble
Más allá de los recursos habituales de ataques y cerco, la oposición necesita construir una propuesta creíble de superación del modelo Medina, generar un movimiento en el seno de la sociedad que acoja ese discurso, con el cual pueda movilizar a las masas para cambiar la percepción de que el PLD es imbatible.
No tendría que mover cielo y tierra, pero necesita de inteligencia y habilidad para, si fuese necesario, hacerlo.
El tiempo y la campaña
Pero el tiempo es un factor que la oposición no puede controlar a su favor. Es corto para alcanzar a un candidato que puede estar 10 puntos por encima de su más cercano competidor. Corto para un candidato que rema a brazos partidos para alcanzar a una nave de fuerte calado con gran capacidad de desplazamiento. La relación con el poder tiene sus pros y contras, prevaleciendo los primeros.
Conflictos internos
El tiempo que queda puede resultar largo para una nave que si bien tiene las capacidades anotadas, por momento pierde el ritmo de navegación, por fallas propias, más que por los bombardeos de los adversarios.
La prolongación de los conflictos internos, de arriba abajo, sea por la confrontación entre los dos principales jefes, el presidente Medina y el presidente del PLD, Leonel Fernández, o por las discapacidades de los organismos de gestión interna, o las ambiciones desmedidas que corroen a quienes detentan el poder, se levantan como uno de los más importantes obstáculos para su empeño continuista.
Más allá de los problemas entre los propios peledeístas, más los cíclicos dislates que irritan a la población, la situación sugiere que el proceso político mantiene una tendencia.
¿Por cuánto tiempo? ¿Cuáles factores podrían modificarla significativamente, sean de fuentes externas de impacto en la economía, o el desempeño económico, político y social de la Administración que busca reelegirse?
En cuatro meses y medio, una derrota del PLD puede estar más determinada por lo que hagan o dejen de hacer sus líderes y el gobierno, que por la capacidad de acción y crecimiento de sus contrarios, en medio de un proceso de definición y ajustes, desde el más importante opositor, el PRM, hasta los de más reciente formación.
El resto de la batalla electoral descansará en el entusiasmo y participación que conciten los actores, los gestores y directores de la campaña. Pero todo estará remitido a la cambiante realidad y todos los agentes que intervienen en un proceso de esta naturaleza.
El mayor peligro
El mayor peligro de la candidatura de Medina lo representa un PLD que rompe su tradicional conducta, al incluir la violencia entre las vías de “solución” de sus diferencias. Las primarias para elegir algunos candidatos erosionaron la imagen del partido más disciplinado, que hacía diferencia del resto de las organizaciones.
Asimismo, la indisciplina y la pérdida de autoridad también drenan la credibilidad del PLD. El punto culminante lo constituye la declaración del 30 de diciembre del secretario general, Reinaldo Pared Pérez, quien dijo que “pareciere que hay sectores internos del PLD que quisieran que el partido perdiera las elecciones, porque no entiendo las razones de estos pronunciamientos que se han realizado esta semana, de compañeros con suficiente experiencia y tradición de militancia en el PLD”.
Cansancio
Un factor a considerar en este proceso es lo que suele definirse como el cansancio ciudadano a consecuencia del continuismo, que se vio muy atenuado mientras el foco principal de la oposición era el ex presidente Leonel Fernández. Tan pronto Medina optó por la reelección, se resalta el “continuismo peledeísta”.