La Navidad y el Año Nuevo, en la cultura dominicana, constituyen celebraciones muy importantes porque, además del significado religioso de recordar el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, una gran parte de las familias dedican algún tiempo a compartir experiencias alegres y a fortalecer la unidad familiar.
Sin duda que este período también nos permite disponer de algunas horas para reflexionar sobre lo que hemos hecho durante el año que finaliza y para definir las aspiraciones y expectativas para el año que se inicia.
En nuestra condición de política y educadora, los últimos días del 2015 los hemos dedicado a reflexionar sobre la historia del Partido de la Liberación Dominicana, a repensar su actual situación, a analizar el presente que estamos viviendo al interior de la organización, tomando como base una visión prospectiva. Para ese propósito volvimos a leer varios de los cuentos escritos por Juan Bosch incluidos en la compilación de Luis F. Céspedes Espinosa, titulada “Juan Bosch en Cuba”.
Uno de los cuentos publicados en la compilación antes referida que siempre nos ha provocado una gran impresión es el que lleva como título “Poppy”; el cual fue publicado por primera vez en la Revista Carteles, el 14 de julio de 1936. En el mismo, el Maestro Juan Bosch narra la vida de un perrito, tierno, inteligente, tímido, emotivo, alegre y feliz, cualidades que, según el político y escritor, constituían un sentimiento desbordante que inundaba todo su ser y lo enloquecían de dicha.
Poppy adoraba a su ama y le mostraba una lealtad conmovedora, pero, de repente, se produce un cambio radical en la vida del animal, como consecuencia de una persona que incursiona en el entorno de su ama y rompe abruptamente las cariñosas relaciones con su perrito.
Esos cambios inesperados le produjeron a Poppy una nostalgia que no pudo soportar y terminó su vida a destiempo por una especie de tristeza que inundó profundamente su alma. En otras palabras, perdió su tradicional alegría.
Esta experiencia narrada por Bosch, con la claridad, calidad y realismo que caracterizan sus escritos, nos conduce a una reflexión que consideramos muy importante: ¿Qué debemos hacer las y los militantes del Partido de la Liberación Dominicana para no darnos por vencidos, como Poppy, ante los grandes cambios que se están produciendo en detrimento de los partidos políticos, incluido el nuestro? ¿Qué haremos para detener el deterioro que se está produciendo en las organizaciones partidarias, y que de seguro arrastrará los principios, los ideales, los valores, las expectativas y las aspiraciones trascendentes que por décadas iluminaron los ojos de todos los que confiamos en la posibilidad de hacer realidad las enseñanzas de Juan Bosch?
La reflexión se hace necesaria porque el PLD representa un soporte fundamental para la democracia dominicana, dado el hecho de que esta forma de gobierno descansa, en el país, esencialmente en el sistema de partido político; y si nuestro partido se resquebrajara internamente; entonces, el único perdedor sería el pueblo dominicano.
Indudablemente que el aporte del sistema de partidos políticos al desarrollo de una determinada sociedad democrática es múltiple y se manifiesta en las dimensiones ética, social, económica, cultural y política. En ese contexto, resulta indudable que el mantenimiento de un PLD fortalecido constituye un medio privilegiado para asegurar la continuación de un dinamismo productivo con equidad social, favorecer la democracia mediante la promoción del ejercicio ampliado y sin exclusiones de ciudadanías, avanzar a mayor ritmo en la denominada Sociedad del Conocimiento y enriquecer el diálogo democrático.
Finalmente, luego de esta reflexión del final del 2015, nuestra esperanza es que durante este año 2016 los dirigentes peledeístas pensemos seriamente en las respuestas a las interrogantes formuladas precedentemente, a fin de que la experiencia de Poppy no se repita en una organización como la nuestra, que fue concebida para redimir al pueblo dominicano.