Al mirar las pinturas anteriores al 1820, y sobre todo el arte medieval, vemos que casi todas, con algunas excepciones puntuales, se decantan por los temas de la literatura clásica o por los temas religiosos cristianos para darle formas al fondo, al asunto. Esto se debió porque la mayor parte de los interesados en el arte de entonces estaban educados en los textos de la literatura clásica y en la Biblia. El público estaba cautivo y su imaginación estaba dirigida por las letras. Y a quienes no sabían leer se les “educaba” en las iglesias a través de imágenes sacras sacadas de textos autorizados con “nihil obstat”.
¿Cuáles motivos, temas o imágenes “educan” al público de hoy? Todos o ningunos. Tal es el nivel de educación o desconcierto al que estamos parapetados. El artista contemporáneo, contemporáneo porque es de este tiempo y no porque exista un estilo contemporáneo, es una construcción de las transformaciones de los últimos 120 años y, sobre todo, del bombardeo de imágenes de pantallas de los últimos 20 años. Algunos se han quedado ciegos de ver tantas pantallas electrónicas y algunos se han negado a verlas para poder ver otras cosas. Como ver la aparente realidad, por ejemplo.
Es evidente que la pintura y la escultura tienen una gran deuda con la literatura, pero más que deuda ha sido un trabajo en tándem. Las Iluminaciones de libros y los Libros Iluminados han sido una ayuda mutua. La literatura más moderna ha utilizado temas de pinturas para recrear novelas o poesía. Hay imágenes simples o complejas que hacen profundizar en nuestros conocimientos y pueden generar ríos de tintas. Tanto el dibujante que ornamenta gráficamente un libro, como el escribidor que recrea una pintura están variando los medios para dirigirse a un mismo fin; la creación compartida.
Don Quijote de la Mancha ha tenido ilustraciones desde 1656, con la primera impresión iluminada hecha en Dordrechr, Holanda, que incluía 24 láminas atribuidas a Salomón Savry. Desde esa edición hasta las más recientes como las de Dalí, la de Miquel Barceló y la omnipresente y genial de Gustave Doré han sido muchos Quijotes y Sanchos Panza que los pintores nos han recreado en la imaginación a partir de la de Cervantes.
¿Cuál es el rostro de Dios? ¿El de Jesús de Nazaret? Tenemos desde rubios de ojos azules hasta las elucubraciones cibernéticas de diseñadores digitales. La literatura ha sido la más grande fuente de inspiración para los iluminados por la dicha de ser artista. Desde la Gioconda hasta las instalaciones con un puñadito de arena, dos chancletas rotas, y un caco de muñeca descolorido, el arte nos hace leer y ser mejores.