Casi nunca un artista fecundó su siglo como lo hizo el genial malagueño Pablo Picasso, que murió el 8 de abril de 1973 en el sur de Francia, tras haber realizado unas 60.000 obras.
La vida de Picasso, que nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga, sur de España, y murió a los 91 años a causa de una embolia pulmonar, estuvo marcada por el frenesí creativo, que produjo obras que siguen influyendo el arte contemporáneo, pero también por las pasiones amorosas.
El último gran amor y musa de Picasso fue Jacqueline Roque, a quien el artista conoció en 1952. Picasso tenía 71 años, y ella 27. Roque, a quien Picasso pintó en óleos y cerámicas, se suicidó en 1986, disparándose un tiro en la cabeza.
También se suicidó otro de sus grandes amores, Marie-Thérèse Walter, que tenía 17 años cuando Picasso, entonces de 46, se enamoró de ella. El artista la retrató en “El sueño” (1932), óleo que se vendió hace unos días por 120 millones de euros al magnate estadounidense Steve Cohen.
La musa de los sueños de Picasso se ahorcó cuatro años después de la muerte del artista.
Otras mujeres amadas por Picasso, que fue siempre fiel al amor del momento, fueron la atormentada fotógrafa Dora Maar, con quien vivió una pasión conflictiva, y la pintora francesa Françoise Gilot, que tiene ahora 91 años, y con quien el artista vivió diez años de intenso y dulce romance.
El artista se casó dos veces: la primera con la bailarina de los ballets rusos Olga Kokhlova (1918-1955) , madre de su primer hijo, y la segunda vez con Jacqueline Roque.
Picasso fue padre de dos hijos y dos hijas: Paulo, que tuvo con Olga, Maya, que tuvo con Marie-Thérèse, y Claude y Paloma -a quien llamó así en honor al símbolo de los carteles que creó para el Congreso por la Paz -, con Françoise Gilot.
Sus amigos destacan la sencillez y humanidad del artista, su generosidad y, pese a todo, una forma de modestia. “He pasado mi vida pintando como un niño”, aseguraba el maestro.
Otros, como Françoise Gilot o Marina, su nieta- subrayan su crueldad psicológica, su personalidad irascible.
Bohemia y cubismo. Picasso, que empezó a pintar desde niño, entró a los 14 años a estudiar en la Escuela de Artes de Barcelona, donde su padre enseñaba dibujo, y luego en la escuela de Madrid, donde su talento y virtuosismo no pasó desapercibido,
Instalado en París a comienzos del siglo, el artista empezó a pintar obras dominadas por la gama cromática del azul, entre ellas “El entierro de Casagemas”, que Picasso pintó tras el suicidio de su gran amigo Carlos Casagemas, que lo sumió en una profunda tristeza.
Ese periodo de entre 1901 a 1904 se conoce como “el periodo azul”, que fue seguido por su “periodo rosa”, (1905-1907) , durante el que Picasso pintó saltimbanquis, gentes del pueblo, del circo, marginales, gitanos
Fueron años de bohemia en Montmartre, con sus amigos Max Jacob, Paul Fort, Henri Matisse, entre otros.
El año 1907 marcó su primera consagración, con “Señoritas de Aviñón”, un lienzo influenciado por el arte africano, en el que el malagueño rompe con el realismo.
Esa composición de múltiples figuras fracturadas supuso una revolución en el arte al dar luz al cubismo, al que Picasso fue fiel durante unos diez años.
Durante los años de antes y después de la primera guerra mundial coexistieron en su obra varios estilos, desde retratos inspirados por Ingres hasta el cubismo puntillista y el cubismo realista.
La guerra de España, en concreto el brutal bombardeo de la localidad de Guernica por la alemana Legión Cóndor, a pedido de Franco, le inspiró su célebre fresco “Guernica” (1937), un ícono del siglo XX.
Formidable síntesis entre cubismo, expresionismo y surrealismo, esa obra -que Picasso pintó para el pabellón de la Segunda República Española de la Exposición Internacional de París-, está pintada sólo en blanco y negro, con toda una gama de grises.
El artista pasó la Segunda Guerra Mundial en París. Tras la Liberación, ingresó al Partido Comunista, aunque sin ser un miembro activo.
El Salón de otoño, donde expuso en 1944 sus pinturas y esculturas, fue un triunfo, y las pinturas de Picasso empezaron a venderse en el mercado de Estados Unidos a precio de oro.
A partir de 1953, se instaló en el sur de Francia. En la última década de vida, el prolífico e incansable artista dibujaba y pintaba y trabajaba la cerámica con un ritmo frenético.
En 1971, las ceremonias con motivo de su 90 aniversario fueron apoteósicas: la gran galería del Louvre expuso por primera vez la obra de un artista vivo.
Está enterrado en el parque del castillo de Vauvenargues, en Mougins, que Picasso compró en 1958, y en donde vivió con Jaqueline, que también está sepultada allí.
Cuarenta años después de su muerte, “La Celestina”, “Dora Maar con gato”, “Niño con una pipa”, “Maya con muñeca”, son sólo algunas de sus obras que permanecen en el firmamento de la pintura mundial.