En el diario vivir tendemos a seguir los precios de dos commodities a nivel mundial, primeramente el petróleo y últimamente el oro. Con el petróleo la tendencia reciente ha sido al alza. En agosto el precio del West Texas promedió 107 dólares el barril, cifra muy superior a los niveles de los 90 a 95 dólares registrados en los meses de septiembre del 2012 a junio del presente año.
Todo indica que este aumento está vinculado al factor Siria, del cual no se tiene una idea clara aun de cómo se solucionará. De mantenerse este conflicto a lo largo del año y los mercados mantengan los precios vigentes, representaría una demanda incremental de divisas para nuestra economía en estos seis meses de unos US$350 millones.
En lo que respecta al oro, la onza ha bajado de los US$1,700 que alcanzó el pasado año a promediar US$1,400 en el mes de agosto, aunque se aprecia una tendencia al alza en los últimos dos meses. Para tener una idea del impacto que tiene el petróleo en nuestra economía, de mantenerse los precios actuales, solo por el factor precio estaríamos absorbiendo todo el flujo de divisas que representa la renegociación de la Barrick para este año.
Se ha venido trabajando en la diversificación de la matriz energética para la producción de electricidad, y se incorporó un impuesto al CO2 para las importaciones de vehículos de mayor consumo; sin embargo, debemos ser más agresivos para reducir nuestra dependencia del petróleo. PetroCaribe nos ha dado un respiro, pero solo de índole financiera, posicionándonos dentro de una zona de confort la cual en el largo plazo es poco sostenible.
Si bien el oro y el petróleo acaparan nuestra atención, en estos últimos meses se han venido dando una serie de cambios en los precios de otros productos. Por el lado positivo en lo que tiene que ver con la importación de alimentos, los precios del sorgo, el maíz, el trigo y la soya han venido disminuyendo en los mercados internacionales, lo cual nos beneficia tanto en términos de una menor demanda de divisas como por el factor de precios. Las importaciones de estos productos sobrepasan los US$500 millones al año. Sin embargo, lo mismo está pasando con el azúcar, el banano y el café, los dos primeros, nuestros principales renglones de exportación agrícola.
Como se puede apreciar, a diferencia de la crisis del 2008, los precios de los commodities alimenticios están bajando, mientras el petróleo está subiendo. La demanda mundial sigue aún rezagada, y los países han puesto mayores énfasis en aumentar la producción, por tales motivos esperemos que la actual situación del petróleo sea un asunto puntual y momentáneo, pues de lo contrario sentiremos sus efectos negativos el año próximo.