Periódicamente el mundo se ve amenazado por la posibilidad de un conflicto que precipite su destrucción. La paz ha sido la excepción y no la norma en la historia de la humanidad. En la actualidad, la interminable y cruenta guerra civil en Siria ha puesto al borde de una confrontación a rusos y estadounidenses. La ola de inmigración proveniente de zonas en conflicto ponen a prueba los valores de las democracias europeas y las guerras matan y empobrecen a millones de personas.
A comienzos del 2012, la comunidad internacional centró su atención en el estrecho de Ormuz, por la amenaza iraní de cerrarlo al paso de petróleo proveniente del Golfo Pérsico. Por ese angosto brazo de mar se envía cerca del 40% de la producción mundial exportable, lo cual lo convierte en un punto vital para las naciones desarrolladas dependientes del petróleo.
El estrecho estuvo bajo el dominio de piratas durante cientos de años hasta el siglo XIX y su cercanía a Irán, la antigua Persia, hace de él un lugar de importancia estratégica para Occidente. Allí existió entre el siglo X y el siglo XVII un reino, establecido por los árabes, que luego pasó a control portugués. El estrecho está localizado entre el Golfo de Ares y el Pérsico, con Irán al norte y los Emiratos Árabes Unidos al sur.
Rubén Darío lo cita en su poema “Sonatina”, de su libro “Prosas Profanas”, cuando dice: “¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China/o en el que ha detenido su carroza argentina/para ver de sus ojos la dulzura de luz?/¿O en el rey de las Islas de las Rosas Fragantes,/o en el que es soberano de los claros diamantes,/o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?”
El estrecho es probablemente uno de los lugares de más tensión en el mundo, incluso sobre la península de Corea, donde la transferencia hereditaria del poder tras la muerte del dictador Kim jon il, revive el fantasma de una guerra que ya costó cientos de miles de víctimas.