Recorrer la historia que encierra la milenaria ciudad de Kyoto, en Japón, no es posible en un fin de semana completo, por así decirlo, se necesita dedicarle los siete días de la semana, con sus 24 horas.Si descartas la idea de ir en tren o en autobús, la experiencia comienza desde la estación de Tokyo, en donde se toma el Tokaido Shinkansen o tren bala. El tiempo para viajar en esta súper veloz máquina es de aproximadamente dos horas, mientras que en los demás medios de transporte terrestre tarda de cuatro a nueve horas.
El llegar a Kyoto ya ofrece un ambiente diferente al rápido y ruidoso movimiento de la gran metrópolis. Sus calles te llevan a siglos atrás, cuando Asia labraba su desarrollo mientras América aún estaba en las sombras. No importa si el tiempo te impide visitar todos los templos que quisieras, el simple hecho de caminar por sus antiquísimas calles es de por sí una aventura que merece la pena.
¿Para visitar?, pues si hay un lugar en donde cada día podrás visitar algo diferente, ese es Kyoto, que durante muchos siglos fue la capital de Japón y hoy es patrimonio de la humanidad, por sus abundantes castillos y templos. Entre los que no pueden faltar está el famosísimo pabellón Kinkakuji o “Pabellón de oro”, y ese nombre no es una exageración, en verdad está cubierto del preciado material. El pabellón original fue construido en 1397, para resguardar las reliquias sagradas de Buda, pero en 1950 un monje fanático lo quemó, y fue reconstruido en 1955.
El paseo también arrastra a la belleza de todo Kyoto visto desde las alturas de Kiyomizudera o “Templo del agua pura”. Su nombre no miente, miles de visitantes van hasta él para beber de su agua, que es uno de los elementos más bellos de esta reliquia. Su edad data del año 780 y posee una de las terrazas más hermosas y visitadas.
Es injusto viajar tan lejos y no detenerse en el castillo de Nijo, que era la residencia del shogún en Kyoto. Este lugar sobrevive en su forma original y es famoso por su arquitectura de momoyama, que son puertas deslizantes adornadas, además de pisos que chirrían cuando alguien camina en ellos, para seguridad contra intrusos.
En medio de la tradición
A pesar de que muchos se opusieron a que se construyera en este patrimonio un proyecto tan ambicioso como el que se perfilaba para la estación central, la monumental obra fue realizada y al final fue acogida por todos. La modernidad de esta estación tiene una arquitectura impresionante, que provoca contraste con lo tradicional de la fachada local.
Fue abierta al público en 1997 y está parada en contraste perfecto con la imagen que tienen muchos turistas extranjeros de Kyoto como la capital del Japón tradicional. Un almacén grande, un hotel, un teatro, un centro de juego, una alameda de compras, las oficinas gubernamentales, y varios restaurantes se pueden encontrar en sus 15 pisos. De igual forma, sus escalinatas son aprovechadas como anfiteatro, para la presentación de conciertos.
Conoce la cultura a través de la gastronomía
Una de las mejores experiencias es comer o cenar en un restaurante al antiguo estilo japonés, sentados en tatami, con las puertas corredizas, su verde patio y un agradable olor a incienso. Aquí puedes comer el “obento”, una comida que al llegar ya está preparada en una caja y contiene diferentes bocadillos elaborados con mariscos, pero con una característica especial, en este almuerzo debe de haber algo crudo, cocido, frito y horneado, todo por separado, también incluye sopa de mijo, té verde, arroz y verduras diversas.
Dato
En otoño las hojas se tiñen de rojo total, como también lo hace su comida, para cubrir tanta sobriedad.